En un programa de televisión donde se entrevistaba a una sicóloga se abordaba el tema de la violencia intrafamiliar y se refería a los maltratos físicos y emocionales que sufren muchas mujeres por sus parejas, lo que, a su juicio, es inexplicable, en una sociedad que se tilda de cristiana y civilizada.
En el programa la sicóloga, cuyo nombre me reservo, planteaba que todo el peso de la justicia debe caer sobre los hombres que abusan y maltratan a sus parejas, porque, según entiende, el feminicidio se ha constituido en una vergüenza y desgracia en este país.
La profesional de la sicología hacía énfasis en que los principales culpables de la situación son los hombres por no comprender los reclamos de sus mujeres, creándoles situaciones que generan hechos violentos, producto de celos y avasallamientos. Y advirtió que cuando una mujer se sienta amenazada por su pareja, lo denuncie a las autoridades correspondientes a fin de evitar una tragedia. Más de 120 mujeres han sido víctimas de la violencia de género en lo que va de año. ¿Y quiénes las defendieron?
Durante el desarrollo del programa, se produjo algo interesante, un televidente llamó y dijo que su pareja le voló encima y le dio dos puñaladas, y preguntó ¿quién podrá defendernos? No hubo respuesta inmediata a la pregunta, pero la insólita llamada produjo hilaridad. No estamos de acuerdo con los abusos en contra de la mujer. Empero, admitimos que hay mujeres difíciles, pero no es para que las maten, como la pareja del mencionado amigo que hizo la llamada al programa. La dama defendiéndose de su pareja, que la maltrataba, lo hirió con un arma blanca. Pero esos, son casos aislados.
La Biblia, la palabra de Dios, da cuenta que hay mujeres difíciles, pero también las hay, mayormente, muy buenas y temerosas de Dios que son víctimas de parejas malvadas que no las valoran y las maltratan emocional y físicamente. Pero, existe una mayoría de hombres incapaces de abusar de sus parejas porque de veras las aman y las respetan por su condición de mujer, madre y compañera idónea.
La Biblia nos revela dos tipos de mujer: la sabia y la insensata. La diferencia entre ellas está simplemente en la calidad de fe que cada una posee. El sabio rey Salomón escribió: “La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba” (Proverbios 14:1).
La Mujer insensata, algo confundida con los problemas maritales, entre otros, permite que los sentimientos controlen su vida, aniquilando cualquier vestigio de fe. Sus emociones hablan alto en su corazón, a tal punto que confunde su raciocinio, haciendo que lo correcto le parezca equivocado.
Entonces, en vez de combatir los problemas, se vuelve indiferente a los mismos. Sin hablar del conflicto interior, que le impide descubrir cuál es el próximo paso a dar; pues cualquier actitud tomada sin fe va a conducirla a un modo de vida confuso.
En cambio, la mujer sabia jamás abandona su casa. Ella es fiel y permanece firme en su hogar, hasta que esté bien establecida. Ni el tiempo la desanima, pues ella vive por la fe, que nos hace ver más allá de cualquier circunstancia.
Y con una mujer sabia no hay tregua, no importa que tan difícil se torne un problema. Para ella es todo o nada; y ésta es la verdadera fe. Desistir no es una opción para la mujer sabia. Al final, ella es una guerrera, mujer de Dios.
Es importante en toda relación que el amor de Dios ocupe un lugar preponderante para evitar violencias entre las parejas. Salomón dice: “Goza de la vida con la mujer que amas todos los días de la vida de tu vanidad”, (Eclesiastés 9:9).
¿Y quién podrá defendernos? Se preguntaba el amigo televidente. Quien debe ser defendida y protegida es la mujer. Solo Dios evitará una situación como la que planteó el amigo. Cuando existe un verdadero amor y comprensión no se concibe la violencia ni física ni emocional entre las parejas.