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“Ya no quiero ser Joven”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Dijo el  gran escritor Jonathan Swift de nacionalidad Irlandesa que nació en el 30 de Noviembre del  1667 y murió el 19 de Octubre del 1745: “Ningún sabio ha querido nunca ser más joven”. Esta es una gran verdad, porque los recuerdos y las añoranzas son hermosos y buenos hasta cierto punto. Son provechosos para nosotros sin nos hacen recordar momentos agradables de tiempos que fueron felices, y que ya pasaron. Son buenos recuerdos si nos hacen sonreír y nos inspiran una sensación de paz positiva que nos haga pensar en lo que fueron esos tiempos….Pero hay que tener mucho cuidado y no pretender aferrarse mucho al pasado, ni querer retroceder el tiempo exageradamente, pues esto nos puede causar daño. Hay que disfrutar lo que se tiene y el tiempo en que se vive, y olvidarse del tiempo que paso y lo que quisiéramos haber tenido.

Hay una historia que llego a mis manos hace algún tiempo y que la quiero compartir con Ustedes. Verdaderamente no se quien la escribió, pero bueno eso no importa, lo que importa es el mensaje que la misma contiene, y dice así: “Carlos Acosta, para sus amigos Charles es un hombre próspero en negocios, tranquilo, amable, recién entrado en sus setenta años, con dolencias normales de su edad, pero en general sano, jovial y con todos los elementos en la vida para ser feliz.

Sin embargo, él tenía la manía de estar añorando siempre su pasado y retrocediendo constantemente  a los buenos tiempos, a los años felices de la juventud. Muy seguido anhelaba tener veinte años de nuevo, lo deseaba con tal vehemencia que un día mientras acampaba con sus hijos y nietos en una playa, y donde se dio cuenta de las inevitables limitaciones propias de su edad se lo pidió con todas sus ganas a Dios. ¡Te lo ruego fervientemente, Señor! El buen Señor le escuchó pacientemente con una serena sonrisa, y le dijo que sí tenía el poder de concederle su deseo, pero que antes debería saber todo lo que le ocurriría si se lo otorgaba. Fíjate muy bien. Sobre aviso no hay engaño le dijo El Señor. Mira, aunque tendrás veinte años de edad, recuerda que no tendrás lo que ahora posees. Te faltaran los conocimientos que obtuviste en la universidad para lograr tu título de ingeniero, porque aun no habrás terminado tu carrera.

Tendrás un cuerpo joven y saludable, es cierto, pero también un cerebro sin preparación ni conocimientos. No tendrás nada en común con tu amigos actuales por la diferencia de edades, tendrás que hacer nuevos amigos. ¿Estas preparado?

Tendrás que adaptarte a las costumbres, las modas, el léxico y la forma de vestir de los jóvenes. Tal vez arrastrarás los pantalones, te harás un tatuaje y te colocarás un arete. Tendrás que adaptar tus oídos a la algarabía y al estrépito de las bocinas, a esos sonidos estridentes propios de la juventud actual. ¿Crees que podrás? ¡Quizás hasta podrías quedar sordo! No tendrás a tu esposa ni a tus hijos y por supuesto tampoco a tus nietos fíjate bien porque aun no te habrás casado.

La casa que construiste con tanta ilusión y esfuerzo tampoco la tendrás, así como tampoco tus automóviles, tu computadora, tu rancho tus negocios ni tus demás posesiones. Deberás ganarlas de nuevo poco a poco, recuérdalo. Tampoco poseerás tus libros, tus fotografías, tus cuadros ni tus recuerdos, hoy tan amados. Y tardaras años en volverlos a acumular.

Tendrás la salud, el vigor, el entusiasmo y la energía de la juventud, pero no la cultura el criterio ni la experiencia con que la vida te ha nutrido a través de los años, que a base de paciencia y esfuerzo ahora posees. Pero si ya no soy profesional ni tengo un negocio de materiales de construcción que mucho trabajo y esfuerzo me ha costado, con el cual me ha ido bastante bien arguyo Charles. No lo tienes porque al haber retrocedido cincuenta años no has formado todavía ese patrimonio.

Charles se entristeció. No era posible perder esa magnífica oportunidad estando ya ante Dios, e insistió: ¿Pero Señor no puedo conservar todo lo que tengo y además tener la Juventud? No, Carlos, eso no es posible. Debes escoger no puedes tenerlo todo. ¡Pero eso no es justo Señor! ¿Justo dices? Respondió sonriendo el Señor. Tampoco es justo lo que me pides. Mira, tú ya tuviste tu oportunidad y la aprovechaste; ahora debes ceder esa misma oportunidad a los jóvenes a tus nietos que apenas empiezan a planear su futuro. ¡Míralos! Así empezaste tu también ¿recuerdas? Y mirándolo fijamente el Señor agregó sentenciosamente: En verdad digo que lo deseable es disfrutar lo mejor de cada época y gozar de cada edad a medida que vas recorriendo el camino de la vida, y cortar los frutos de cada estación sin volver la vista al pasado ni empeñarse en retroceder. El tiempo no da marcha atrás.

Piensa que son más las cosas que tienes que las que te hacen falta. ¿Entonces…Que más necesitas? ¿De que te quejas? El pasado es el pasado y ya nunca regresará, convéncete de eso, por lo menos no como tú lo conociste. Lo que tú quieres no es solo ser más joven, sino que te regrese toda una época ya pasada. Mira: Tenemos los ojos enfrente porque es más importante ver hacia adelante que hacia atrás. ¡La vida no es lo que viene, no lo que fue! No pierdas el tiempo añorando lo que ya pasó. Considéralo como una página brillante y feliz que quedó archivada para siempre en tu vida. Conserva con cariño esos recuerdos…pero no te aferres a ellos. Anda levanta la vista, admira el mundo a tu alrededor y disfruta el presente antes de que pase el tiempo actual y lo pierdas para siempre.

Piénsalo bien, recuerda que el mayor tesoro que posees es el tiempo actual, el de ahora mismo. Date cabal cuenta de ello y disfrútalo. Se hizo un profundo silencio. El firmamento pareció apagarse Charles escuchó, comprendió y acepto la explicación de Dios, era imposible sustraerse a la verdad de Sus palabras. Se dio cuenta de la infinita sabiduría que encerraban, y respondió: Gracias, Señor, tienes razón. ¿Cómo no vas a tenerla? Ahora comprendo perdóname. Ya no quiero ser Joven….!no a ese precio!”.

Mira: En lugar de preguntarnos ¿Merezco más de lo que tengo? Debemos preguntarnos: ¿Tengo más de lo que merezco?

Los dejo para que reflexionen el porque hay que darle gracias a Dios por todo lo que tenemos, sea mucho o poco.

Termino con este pedazo del Libro de Los Salmos, Número 103, Versículo 15 y 16 que dicen: “Los días del hombre duran lo que la hierba, florecen como flor del campo, que el viento la roza y ya no existe; el terreno no volverá a verla”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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