Escribo antes de darse (si se dio) la reunión del politburó peledeísta, avisada vía Twitter (how Trumpish!) por Reinaldo Pared. Tras meses en receso, el club político más poderoso y exclusivo sesiona.
Quizás fue así: “El alcalde de Santiago, a propósito del carnaval, llegó disfrazado de esqueleto. Saludó a los danilistas diciéndoles “¡Buuuu!” y estos respondían manoteando, excepto el dinosaurio alfa quien soltó un san Antonio. Todos sonríen y abrazan como los senadores romanos cuando decidían juntos la suerte del imperio. Leonel lucía risueño, hasta que se sentaron y Reinaldo leyó la agenda. Todos se enseriaron, no encarándose ni haciendo bembitas, pero asumiendo la grave circunstancia”.
La escena se disuelve. Pasamos a La Cassina, en un “flash-back” de apenas horas… Almuerzan Rondón, el presidente de los diputados y otros. Ninguno de niño soñó con un confit de pato. Tercera secuencia del noticiero imaginado: Jean Alain recibe una llamada en inglés. Suda copiosamente. Responde “yes, that’s right. Ok!”.
El mensaje podría ser bueno o muy malo, “asigún”: “¿Lo harán ustedes o nosotros?”.
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