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Zelenski: duro de matar

Tiene también que convencer a Trump de no caer en la trampa de Putin que quiere que se le retire toda protección a Ucrania para que este país quede a su suerte y él pueda invadirlo de nuevo más adelante.

Zelenski: duro de matar

Cuando Rusia, lidereada por Vladimir Putin, quien tiene un cuarto de siglo en el poder, invadió a Ucrania hace algo más de tres años, el presidente de este país era -sigue siendo- Volodímir Zelenski, un antiguo actor, comediante y productor de televisión que saltó a la política y ganó con un 73% de los votos las elecciones presidenciales el 21 de abril de 2019. Todo parecía indicar que ese joven e inexperimentado presidente no sería rival para el veterano y poderoso Putin, quien enfiló sus fuerzas militares hacia Kiev para tomar control de la capital y desde ahí apoderarse del resto del país.

            En los primeros días de la invasión, Estados Unidos le ofreció a Zelenski un exilio dorado, pero este lo rechazó tajantemente con una frase que resonó alrededor del mundo: “La lucha está aquí; necesito municiones, no un aventón” (bola en español dominicano). De haber aceptado la oferta estadounidense, Zelenski habría un creado un vacío de liderazgo que le hubiese venido de maravillas al gobernante ruso. En cambio, con su decisión, el presidente de Ucrania se convirtió en el símbolo de la resistencia y unificador de las fuerzas políticas y militares ucranianas en su lucha contra el invasor. Este no es un hecho menor en la historia de ese conflicto bélico, pues de haber partido al exterior es muy probable que las cosas hubiesen salido de manera muy diferentes en perjuicio de Ucrania.

            El primer gran triunfo de Ucrania, con el liderazgo político de Zelenski, fue repeler las fuerzas militares rusas que se dirigían a Kiev y evitar que los rusos controlaran la capital y desde ahí el resto del territorio ucraniano. Poco a poco, Zelenski fue entretejiendo relaciones con Estados Unidos y Europa, lo que le permitió generar los apoyos necesarios para mantener la resistencia contra los invasores, si bien se quejaba de que los países aliados, especialmente Estados Unidos, no le permitían utilizar ciertas armas con las cuales su país le hubiese podido asestar golpes más duros y efectivos a Rusia en su propio territorio. No obstante, tres años después y con casi un millón de soldados rusos muertos, Rusia controla el mismo porcentaje del territorio ucraniano (19%) que controlaba uno o dos meses después de la invasión.

            A pesar de los ataques despiadados de Rusia a la infraestructura civil de Ucrania (hospitales, escuelas, complejos habitacionales, fuentes generadoras de energía), este país sigue en pie, gracias en gran medida a la merecida ayuda de los países aliados, los cuales, especialmente los europeos, tienen razones suficientes para temer que Rusia, de salir exitosa de esta agresión militar contra Ucrania, quiera avanzar hacia otros países del entorno. No es casual que Finlandia y Suecia, que se mantuvieron fuera de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) durante el largo período de la Unión Soviética, decidieran ingresar a esa organización de seguridad transatlántica.

            El cambio de gobierno en Estados Unidos ha significado un gran reto para Zelenski. Las señales desde Washington indican que hay una preferencia por Rusia, lo cual se expresa tanto en las ideas que se barajan como posibles soluciones a la guerra como en el lenguaje que se usa. Europa como un todo ha sido también objeto de fuertes críticas y desdén por parte de Washington, lo que ha generado una reacción tal vez inesperada entre los países europeos de trabajar juntos por fortalecer su propia seguridad y depender menos de Estados Unidos. Se trata de una realidad impensable hace apenas varios meses atrás, lo que seguro dará lugar a que muy pronto se hable de la posibilidad de que algunos países, como Alemania y Polonia, entre otros, se planteen desarrollar una capacidad nuclear autónoma, lo que para nada es positivo para la paz mundial.

            Cuando el 28 de febrero se produjo la debacle en la Casa Blanca en la reunión sostenida entre el presidente Donald Trump, el vicepresidente J. D. Vance y el presidente Zelenski, todo parecía indicar que este último estaba condenado a ser ignorado y salir completamente del juego de toma de decisiones sobre la guerra en Ucrania. Si bien Zelenski fue víctima de un bulling público, hay que reconocer que su manejo fue errático y emotivo, mal preparado por una ocasión tan difícil y tensa, aunque también mostró coraje y dignidad, factores cruciales en el ejercicio de liderazgo en coyunturas bélicas. Una consecuencia inmediata de ese encuentro fallido fue que Estados Unidos suspendió la asistencia militar y el intercambio de inteligencia con Ucrania, pero poco tiempo después restableció esta cooperación. Mientras esto ocurría, en Moscú hubo algarabía por ese golpe de buena suerte que le llegó de manera inesperada nada más y nada menos que desde Estados Unidos, su gran rival.

No obstante, Zelenski salió fortalecido del desafortunado encuentro en la Casa Blanca, pues toda Europa y el mundo democrático en general salió en su defensa, mientras su popularidad se disparó hacia arriba en su país. Más aún, el gobernante ucraniano logró muy pronto retomar el carril y restablecer la comunicación con las autoridades estadounidenses, por lo que ha vuelto a ser una pieza clave en el ajedrez de la guerra en Ucrania.

            En días recientes, Zelenski ha mostrado de nuevo una gran habilidad para moverse en el terreno minado, política, militar y diplomáticamente, en el que tiene que operar. Aceptó la propuesta estadounidense de un alto al fuego por treinta días, lo que fue rechazado por Putin en la ya famosa llamada con el presidente Trump. Lo único que este último pudo obtener de Putin fue un alto al fuego limitado a la infraestructura energética, pero Zelenski, hábilmente, aceptó esta última propuesta como forma de mantenerse en sintonía con Estados Unidos e ir ganando pequeñas victorias en su relación con el presidente Trump, quien habló positivamente de su conversación con el presidente ucraniano, algo que no había hecho en mucho tiempo.

            Desde luego, lo que le espera a Zelenski no es una tarea fácil. Él tiene que continuar fortaleciendo la relación de confianza con el presidente Trump, pero sin que esto lo lleve a renunciar a sus objetivos fundamentales, que son lograr la retirada del invasor ruso y obtener garantías de seguridad para evitar que Rusia vuelva a invadir a su país. Tiene también que convencer a Trump de no caer en la trampa de Putin que quiere que se le retire toda protección a Ucrania para que este país quede a su suerte y él pueda invadirlo de nuevo más adelante.

Por su parte, el presidente estadounidense hace bien en poner presión para lograr la paz, pero sus opciones también son extremadamente delicadas, sobre todo porque su interlocutor ruso quiere obtener de él lo que no pudo lograr en los campos de batalla, mientras Ucrania, Europa y los demás países democráticos alrededor del mundo desean una paz justa que preserve la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. En cualquier caso, hay que decir que, al menos hasta ahora, Zelenski, con sus habilidades políticas y diplomáticas, ha probado ser “duro de matar”.