Zigzagueos políticos

De antaño se ha sostenido como una verdad inmutable e irrebatible, que las posturas éticas y morales tienen que sustentarse en el ejemplo de vida, por encima de pronunciamientos y declaraciones de intención.

Los cambios de ideas y posturas son comprensibles cuando obedecen a coherentes argumentaciones sobre valores y principios y no son susceptibles de explicaciones de ocasión, acomodadas y poco convincentes.

Decimos esto a propósito de la trayectoria política

zigzagueante que ha tenido en los últimos tiempos la familia Castillo, cambiando precisamente lo que sus más acérrimos  oponentes no podían dejar de reconocerle: la firmeza de sus convicciones solidarias con amigos y aliados.

La ruptura final en la vieja alianza con el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) constituyó para muchos un viraje inexplicable, dado el pretendido carácter patriótico que tenía, aunque este es un término desnaturalizado que ha perdido vigencia plena en el quehacer nacional.

En ese entonces la familia Castillo dijo, por vía de su principal representante, el doctor Marino Vinicio Castillo, quien se desempeñaba como director de Ética e Integridad Gubernamental y Asesor del Poder Ejecutivo y del Programa de Lucha contra el Narcotráfico, que el retiro había sido bien pensado y que en el futuro se convertiría en un bien para la nación.

La realidad es que al doctor Castillo, el ministro de Energía y Minas, Pelegrín Castillo; José Taveras Blanco, director de Migración y Norberto Rondón, presidente del Consejo Nacional de Fronteras, no les quedó otra alternativa que renunciar, al fracasar en su intento de doblegar al gobierno para que desistiera del proyecto de modificar la Constitución sin realizar un referéndum.

Es obvio que no les quedaba otra salida ante una imagen de esta destacada familia de juristas y políticos que había quedado seriamente empañada, a raíz de que en un episodio anterior amenazaran con renunciar, sin finalmente cumplirla, luego de que el Gobierno desoyera planteamientos en torno a la forma en que se estaba manejando el proceso de regularización migratoria.

Los reiterados cuestionamientos del doctor Antonio Isa Conde, actual ministro de Energía y Minas a la gestión de Pelegrín, su predecesor en el cargo, es otro elemento que ha venido a inquietar a esta familia en medio de un panorama de enfoques que contradicen viejas medidas y adhesiones.

Por ejemplo, el prurito del supuesto requisito de un referéndum, que algunos notables juristas consideraban innecesario y con sólidos argumentos, nadie los acogió seriamente en la opinión pública como posturas de principios, por la tradición de apoyo incondicional reeleccionista de la Fuerza Nacional Progresista (FNP), primero al doctor Joaquín Balaguer y luego al ex presidente Leonel Fernández.

Quizás lo más aconsejable es que esta familia, que durante décadas tanto ha incidido en las esferas de poder, tome un descanso, una especie de año sabático de reflexión política, para reorientar sus horizontes y objetivos y evitar reincidir en acciones erráticas. El país ya se les ha anticipado, restando interés e impacto a su salida del Gobierno.