Hay verdades que lucen mutuamente excluyentes, pero son un inexistente dilema. Desde que aprecié su desempeño y testimonios de amigos comunes, admiro muchísimo a la vicepresidente Raquel Peña, una de las estrellas mayores del Gobierno. Al mismo tiempo, me agrada que Zoraima Cuello, candidata vicepresidencial del PLD, concite elogios abundantes por su éxito en los debates de la campaña.
Opiné en un trino que me apena que su debut como aspirante a un puesto electivo ocurra ahora que Abel Martínez, pese a su propia valía como joven promesa política, luce que quedará en un distante tercer lugar, por la vapuleada imagen de su partido y el ímpetu de la reelección del binomio Abinader-Peña.
Luis y Raquel son seguidos muy de lejos por un menguante Leonel Fernández, quien prefirió ser “spoiler” en 2020 y ahora mero candidato perdidoso, desdeñando su papel como “elder statesman”, que desempeña con dignidad ejemplar Hipólito Mejía como expresidente.
Quizás esta campaña ha sido aburrida por presentirse tan claramente el desenlace, la falta de propuestas creíbles por la oposición y los éxitos gubernamentales, pero el paso de Zoraima de funcionaria técnica a política proselitista es un triunfo del PLD, tan urgido de renovación. Le auguro muchos éxitos en el futuro.
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