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Cosechamos lo que sembramos

 Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Muchas veces nosotros los seres humanos queremos recibir frutos y lo que hemos sembrado son espinos, eso es imposible. No podemos pedirle a un árbol de peras que nos de manzanas. Si sembramos peras, vamos a cosechar peras, si a lo largo de nuestra vida sembramos espinos. Mas tarde vamos a cosechar espinos.

Por eso es muy importante en la vida ir sembrando semillas de amor, felicidad y paz y eso es lo que vamos a cosechar mas tarde. Si no sembramos eso, no podemos quejarnos después por lo que cosechemos.

Como nuestra vida esta llena de anécdotas e historias, yo les voy a contar una que leí hace algún tiempo y espero que la misma nos sirva para reflexionar un poco sobre que es lo que vamos a sembrar y por supuesto que vamos a cosechar en cambio.

“Cuenta la historia que una mañana fría de invierno se detuvo frente a un mendigo desamparado una mujer muy bien vestida. Lucia un nuevo abrigo, y parecía que estaba acostumbrada a la buena vida, y que nunca había perdido una comida en todos sus años. El primer pensamiento de aquel pobre hombre fue: Solo quiere burlarse de mí, como tantos otros lo han hecho.

Déjeme en paz por favor, le dijo el mendigo. Para gran sorpresa de el, aquella elegante dama permaneció frente a el. Ella sonreía, su dentadura blanca mostraba destellos deslumbrantes. Entonces ella le pregunto al mendigo ¿Tienes hambre? El le contesto sarcásticamente. No acabo de venir de cenar con el presidente de la republica. Ahora vete de aquí y no me preguntes más.

La sonrisa de aquella elegante mujer se hizo aún más grande. De pronto, el sintió una mano suave que le agarraba por debajo de su brazo. El pobre hombre enojado, le dijo: ¿Qué hace usted señora?, déjeme en paz.

En ese momento un policía que estaba cerca del lugar llego hasta el mismo y le pregunto a la señora. ¿Hay algún problema? No contesto la mujer, sólo estoy tratando de ayudar a este pobre hombre para que se ponga de pie, ¿me ayudaría usted? El oficial exclamo, si, el viejo Juan, ha estado aquí por un tiempo siendo un estorbo. Le pregunto el oficial a la señora, ¿Qué quiere usted con él? Ve la cafetería que esta allí, pues yo voy a darle algo de comer y lo sacare de este frió por un rato. ¿Está usted loca, señora? Exclamo el pobre mendigo, yo no quiero ir allí. Entonces sintió dos fuertes manos que lo agarraban de sus brazos y lo levantaban. Déjeme ir oficial, yo no hice nada dijo el mendigo.

Finalmente, y con cierta dificultad, la elegante mujer y el policía llevaron al viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa en un rincón de la misma. Era casi la hora del mediodía, la gran mayoría de las personas ya había almorzado y los que venia para cenar no habían llegado. El gerente de la cafetería se acercó a ellos y les pregunto. ¿Qué está pasando aquí? ¿Qué es esto? No pasa nada exclamo el oficial, solo que esta señora lo trajo aquí para que comiera algo, dijo el policía. Oh no, aquí no, respondió el gerente. Tener aquí a una persona como está afecta mi negocio y además eso no les gustaría a mis clientes.

El viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes, y le dijo a la señora: Le dije que no me trajera aquí, ahora déjeme ir. La mujer se dirigió al gerente del lugar, sonrió y le dijo: ¿Está usted familiarizado con la compañía Hernández y Asociados? La firma bancaria que esta a  una cuadra de aquí, por supuesto que la conozco ellos tienen una reunión de negocios semanalmente aquí en una de mis salas de banquetes.

¿Y usted gana buena cantidad de dinero con el suministro de los alimentos para esa reunión semanal?, pregunto la señora, ¿y eso que le importa a usted exclamo el gerente? Pues yo soy Penélope Hernández, presidente y dueña de la compañía. Oh perdone usted, dijo el gerente.

La elegante mujer sonrió de nuevo y le dijo: Pensé que esto podría ser hacer una diferencia en su trato. Entonces le dijo ella al policía, que trataba por todos los medio de contener una carcajada, ¿le gustaría comer algo con nosotros o tomarse una taza de café?, no gracias señora, estoy en servicio y no puedo permanecer aquí mucho rato, ¿entonces quizás una taza de café para llevar? Eso si estaría mejor. El gerente de la cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden y dijo: Voy a traer el café para usted de inmediato señor oficial.

El oficial lo vio alejarse a buscarle su café y exclamo: Ciertamente lo ha puesto usted en su lugar. Esa no fue mi intención dijo la elegante dama. Créalo o no, tengo una fuerte y poderosa razón para hacer todo esto.

Se sentó la mujer a la mesa frente a su invitado. Ella lo miró a los ojos fijamente y le dijo: Juan, ¿te acuerdas de mí? El viejo Juan miro el rostro de la mujer con sus ojos lagañosos y exclamo: Creo que si, tu cara se me hace familiar.

Mira Juan, quizás estoy un poco mas grande y con mas años, pero mírame bien exclamo la señora. Tal vez me veo más gordita ahora que cuando tú trabajabas aquí hace muchos años. Un día llegue aquí, y entre por esa puerta muerta de frío y de hambre. Algunas lágrimas posaron sobre sus mejillas.

¿Señora? dijo el oficial. No podía creer lo que estaba viendo, ni siquiera pensar que aquella mujer hubiese llegado a tener hambre. Yo acababa de graduarme de la universidad de mi pueblo, y había llegado a la ciudad en busca de un trabajo, pero no pude encontrar nada. Con la voz entrecortada la mujer continuaba. Pero cuando me quedaban mis últimos centavos y me habían echado de mi apartamento, caminaba por las calles, era un frió día de Febrero, y Casi muerta del hambre, vi este lugar y entre, con poca posibilidad de que podría conseguir algo de comer. Con lágrimas en los ojos la mujer siguió hablando.

Juan, tu me recibiste con una sonrisa, ahora me acuerdo dijo Juan. Yo estaba detrás del mostrador. Te acercaste y me preguntaste si podía trabajar aquí por algo que comer, yo te conteste que eso estaba en contra de la política de la empresa. Continúo la mujer. Entonces, tú me hiciste el sándwich de carne mas grande que había visto nunca, me diste una taza de café caliente, y yo me fui a un rincón de esta cafetería a disfrutar mi comida. Tenía yo mucho miedo de que te metieras en problemas. Luego cuando te mire, vi que estabas poniendo el importe de mi comida y mi café en la caja registradora, supe entonces que todo iba a estar bien.

¿Entonces usted comenzó su propio negocio pregunto el viejo Juan? Si encontré un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro, y fui hacia arriba con la ayuda de Dios. Eventualmente comencé mi propio negocio que, con la ayuda de mi Padre Dios prospero. Ella abrió su bolso y sacó una tarjeta. Cuando termines aquí, quiero que vayas a hacer una visita al señor Martínez, el es el director de personal de mi empresa, yo voy a hablar con el y estoy segura de que te encontrara algo que puedas hacer en la misma. Ella sonrió, creo que incluso podría darte un adelanto para que puedas comprarte alguna ropa y conseguirte un lugar donde vivir hasta que te recuperes, y recuerda si alguna vez necesitas algo la puerta de mi oficina está siempre abierta para ti.

 

Ray Ortega

Hubo lágrimas en los ojos del anciano. ¿Cómo voy a poderle agradecer pregunto? Respondió la mujer: No me des las gracias a mí, déselas a Dios que me trajo a ti.

Fuera de la cafetería. El policía y la mujer se detuvieron y antes de cada cual irse por su lado le dijo ella: Gracias por su ayuda oficial. Al contrario respondió el policía, hoy vi un milagro, algo que nunca podré olvida, ah, y gracias por el café”.

Recuerda siempre: Que Dios cierra puertas que ningún hombre puede abrir y que Dios abre puertas que ningún hombre puede cerrar. Si necesitas que Dios abra alguna puerta para ti, pídeselo con fe.

Termino con esta lectura del Evangelio de San Lucas, Capitulo 14, Versículos del 12 al 14, y dice así: “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos, no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y así seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y ciegos, y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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