El suicidio del presidente Guzmán, hace 39 años, todavía ocasiona especulaciones. Está sobradamente concluido que padeció una severa y descuidada depresión por múltiples causas; la mayoría de los rumores del suceso carecían de fundamento. Ahora, con su partido en el poder, reburujados como en Fuenteovejuna, un detalle escapa a muchos jóvenes: fueron los propios perredeístas los más crueles propagadores de chismes e intrigas contra Guzmán y su familia, antes y después.
Jorge Blanco intentó perseguir judicialmente a su viuda e hijas por cuestiones sucesorias e impositivas. Esa infamia fue enfrentada por Balaguer, que ofreció subir a estrados por vez primera en medio siglo, para defender a los deudos de Guzmán. Hoy hay que ver cómo perduran el cariño y respeto del pueblo por la figura de don Antonio, cómo Balaguer pese a sus pesares preserva su impronta política, y –en contraste— cuál es el opaco y triste legado de Jorge Blanco.
Antes decían que sólo el PRD destruye al PRD, hoy PRM. Quizás igualmente sólo el PRM puede aleccionar al PRM.
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