Algo grande debe ocurrir en la distribuidora de electricidad del norte (Edenorte), además del tollo que hasta ahora ofrece en su bandeja de allantes a los usuarios. El servicio a los municipios Tenares y Salcedo, de la provincia Hermanas Mirabal, siempre ha sido malo, pero desde la víspera de las elecciones presidenciales del 20 de mayo, es pésimo (no hallo calificativo más extremo). Y no quiero pensar que detrás de ello haya manos sediciosas, aunque eso parece.
Entre viernes y sábado de este final de agosto conté no menos de cuarenta “prendiones” y ni dos horas de electricidad estable.
Casi seguro que ahora culparán al indefenso ciclón Isaac. Pero resulta que este fenómeno circuló frente a nuestro mar Caribe, bordeó Haití y siguió de largo para Cuba. En la zona apenas llovió con una brisita que arrullaba la piel.
O dirán que la causa del caos es la crisis económica o su trabajo incansable para cumplir con la promesa de convertir a Tenares en un pueblo con 24 horas de electricidad. Sucede empero que los apagones no son solo diurnos, y sus técnicos, dormilones y parientes de la tortuga, no trabajan de noche.
Edenorte vive de cuento en cuento. Pero los suyos son relatos tan estúpidos que provocan carcajadas y luego rabia. Olvidan sus ejecutivos que lo único que llega con efectividad a los usuarios es intermitencia de la luz, facturas caras y cortes inmisericordes. ¿Cómo creer, entonces, su manojo de historias falsas? Se caerá el cielo el día cuando acrediten las largas horas de falta de luz o de “prendiones” a las víctimas de sus abusos.
Alguien tiene que intervenir con todas las fuerzas a Edenorte, porque, más que una empresa de servicio, deviene en agitadora social por excelencia. Es un desorden que quiere tapar a través de pagos onerosos a voceros que ellos asumen como influyentes, pero que son sujetos improvisados, desconocedores del abecé de la comunicación y gestores habilidosos de “consideración” para sus facturas empresariales.
Por esta agresión de falta de servicio y su mar de mentiras, que nadie se sorprenda si un pueblo pacífico como Tenares estalla un día de malas maneras y su fuego se extiende por el resto del nordeste del país donde la caldera siempre hierve por desatención oficial.
El nuevo vicepresidente ejecutivo de la Corporación de Electricidad, Rubén Bichara, tiene allí una de sus primeras pruebas de fuego. Una visita para observación y un diálogo con la comunidad le haría bien. Y mientras más rápido, mejor.
Tony Pérez
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