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La emplumada fauna capitaleña

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José Báez Guerrero.

José Báez Guerrero.

Santo Domingo es una ciudad bendecida por un regalo que mucha gente olvida apreciar: es de las pocas ciudades cuyo número de habitantes es de varios millones y comoquiera viven en ella más de una docena de especies de aves que enriquecen la vida con su belleza y su vuelo.

En jardines de Gascue, de las áreas al Norte del Parque Mirador, en Arroyo Hondo y los sectores a su derredor, en el área relativamente nueva al Sur de Villa Mella y en casi toda la ciudad, los patios de las casas están engalanados con ruiseñores, ciguas de varias clases, gorriones, rolones y rolitas, carpinteros, calandrias y hasta pericos.

Las palomas urbanas, consideradas “ratas con alas”, no son apreciadas por su dieta y hábitos, distintos a los de palomas, tórtolas y rolones, que cuando están en su hábitat natural, son cazadas y consideradas exquisitas. La codorniz, cuya carne es blanca a diferencia de las palomas que es oscura, no entra a las ciudades por arisca, igual que las guineas montaraces y las perdices. Ya antes he dicho que las palomas, rolones, rolitas, tórtolas, perdices y otras aves de la familia columbidae, son todas comestibles, y muy apreciadas en diversas culturas, entre ellas la caribeña.

Hay también dos de las varias clases de picaflores endémicos que todavía se dejan ver aunque ya no abundan. Otros, como el esmeralda, no bajan a las zonas costeras salvo muy excepcionalmente.

Algunas avecillas que en los campos arroceros son deleznables, como la africana madam sagá, una cigua que come el equivalente a varias veces su propio peso en arroz diariamente, en los jardines citadinos forma colonias que a cualquiera le alegran en día, con sus plumas amarillas y su nervioso vuelo.

Otra rareza urbana es la cantidad de lechuzas que pueden verse. Hay una que frecuentemente se posa cerca de la medianoche cerca de la Kennedy con Tiradentes; otra caza ratones desde su observatorio encima del parqueo de una farmacia en la rotonda de la Amiama Tió con Reyes de España.

A mucha gente esta abundancia de belleza les pasa desapercibida y es una pena, porque una ciudad con tantas y enormes deficiencias administrativas y municipales, tiene sin embargo algo envidiable: es casi un enorme aviario para disfrute de aquellos a quienes la observación de pájaros entretiene y pone en comunión con la naturaleza, algo divino…

José Báez Guerrero

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