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Autobiografía sintética, quinta versión

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José Báez Guerrero.

José Báez Guerrero.

Ahora estoy “musulmán” y no me cambio por nadie.

Este miércoles llegó a mis primeros 55 años de edad y tal como he hecho en mi columna desde que arribé al medio siglo, hoy recordaré que nací el 17 de abril de 1958 en la Clínica Internacional y mi primera casa estuvo en la calle Lea de Castro. Mi infancia fue feliz, a juzgar por mis recuerdos, aunque transcurrió en un período de cataclismos políticos que culminaron con la revolución del ’65, durante la cual una bala mató un amiguito vecino y un casquete calibre .50 casi incluye a mi hermano menor como víctima.

Mis padres se ocuparon de satisfacer mis curiosidades. Fui instruido en inglés y educado en castellano. Cacé, pesqué, marotee y medité largamente en las profundidades del monte.

Fui monaguillo en la parroquia Santo Tomás de Aquino, hasta un día que un enorme pastor alemán que los dominicos tenían amarrado en su patio quiso arrancarme una pierna al recoger un hermoso y fragante mango. El pantalón de mahón azul me protegió y apenas sufrí rasguños, pero el incidente eclipsó mi vocación religiosa. Tardé años en volver a misa. Mi esposa y mi mamá se preocupan al oírme decir: “Dios, si existes, aumenta mi fe…”. Agradezco el don de la duda. Tengo cinco perros.

He terminado siendo periodista pese a que quise ser abogado pero queda tiempo. Fui periodista desde muchacho. En la secundaria, infectado del terrible virus, dirigía el periódico y la revista literaria del colegio. En 1978, ya en la UNPHU, comencé en El Caribe, dizque sólo por dos meses… Recientemente me he re-encontrado con la poesía, que me apasionaba en mi juventud.

Por primera vez en tres décadas celebraré mi cumpleaños sin vino. Al fin decidí que ya celebré así bastante y llevó casi siete meses “musulmán”, para pena de antiguos tercios (¡pánico en Escocia y Rusia!) y regocijo de quienes me quieren bien. No me cambio por nadie…

Sigo bendecido con mi familia. Me enorgullecen mi esposa y mis hijos; mi madre que aún vive; tres hermanos también. En mi memoria aún viven mi papá, mi hermana y un bebé. He vivido como he querido. Creo que cocino mejor cada día. No me falta salud. Gozo mi trabajo. Este último año ha sido mucho mejor que los anteriores. Los jóvenes de setenta me parecen muchachos… ¡Espero seguir reportando!

José Báez Guerrero

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