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A los  56 años de mi graduación en la UASD

Con el ejercicio profesional he puesto mis conocimientos de las leyes  a disposición y alcance de todos los dominicanos y las dominicanas que han acudido a mí para que les defienda ante sus derechos burlados o sus libertades conculcadas.

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Este escrito me sale de lo más hondo de mi corazón,  dedicarlo a las abogadas y a los abogados  que nos graduamos en  la  Promoción de la Libertad UASD 1967.

I.- Motivación para ejercer la abogacía

1.- En el mes de octubre del año 1961, cuando desde la ciudad de Santiago de los Caballeros, me trasladé a la capital a matricularme en la Universidad de Santo Domingo, en la facultad de derecho, no lo hice porque me creía con la facilidad de hablar ante un juez de modo convincente y persuasivo.

2.- El arte de expresarme con fluidez no me motivó a llegar a ser un profesional del derecho. En mi niñez y juventud, nadie me alabó como gran orador del futuro.

3.- En ningún momento escuché a persona alguna decir que por ser habilidoso podría dedicarme a ser abogado, haciendo gala de mis conocimientos de la ley y el derecho.

4.- Siendo un muchachito, jamás di demostración  de que como marrullero y malicioso, tenía condiciones para ser un destacado abogado. Nunca he dado muestra de ser persona inclinada a la perversidad.

5.- No me pasó por la mente alcanzar fama por ser defensor en estrados, ni  moverme para estudiar derecho y terminar siendo un dominicano célebre.

6.- La viveza  no motorizó, no me causó encanto para querer ser conocedor de las leyes y salir en defensa de acusados o perseguidos.

7.- Presumir de valiente, ser un bravucón, no fue lo que me movió a procurar ser abogado. Estar de jactancioso o privar de intrépido  no tiene relación con la defensa en estrados.

8.- Hacer uso del discurso molesto e inoportuno, no determinó mi decisión para ser abogado. La perorata no alegra a quién aspira ser un letrado.

9.- Elocuencia, habilidoso, malicioso, fama, viveza, bravuconería, perorar, y llegar a querer muchos bienes y dinero, no me guiaron para hacerme abogado. La vocación fue la que dirigió mi voluntad para estudiar la profesión que me ha dado más de lo que de ella esperé.

II.- La profesión de abogado  me ha llevado a  ser un hombre libre

10.- Siempre he resaltado el hecho de haberme graduado de doctor en derecho, porque su ejercicio me ha permitido ser un hombre libre en la práctica de mis ideas políticas y concepción ideológica. Manejarme en la abogacía, sintiéndome totalmente liberado, ha contribuido a que devuelva a mi pueblo parte de lo que aportó para lograr y concluir mis estudios universitarios.

11.- Con el ejercicio profesional he puesto mis conocimientos de las leyes  a disposición y alcance de todos los dominicanos y las dominicanas que han acudido a mí para que les defienda ante sus derechos burlados o sus libertades conculcadas.

12.- Nada me ha impedido actuar como abogado, conservar mi autonomía, no depender de nadie; ser abierto, franco y proceder sin cortapisas. Solamente siendo independiente de pensamiento y no estar atado económicamente, me han permitido hacerme cargo de asuntos sumamente delicados en el orden político, lo mismo que rechazar casos que me habrían representado jugosos honorarios. He ejercido como un abogado absolutamente emancipado, sin sumisión de ninguna clase.

13.- Por ligar el ejercicio de la profesión de abogado con mi forma de pensar y actuar, he enfrentado situaciones embrolladas que me han llevado a estar en complicaciones y serias dificultades con el poder político, económico y social del país. En ocasiones, procesos penales peliagudos me han colocado al borde de la muerte.

14.- La profesión de abogado me ha permitido accionar con libertad para pensar,  abrazar las ideas políticas y sociales en las cuales creo, y transmitirlas sin limitación de ninguna clase. Soy  un ser humano libre por entero.

15.- Con pleno albedrío he ido a exponer lo que creo es la verdad al foro, a tribunales nativos y foráneos, a la plaza pública, a organismos internacionales, y a diferentes medios de comunicación nacionales y extranjeros.

16.- Porque me siento liberado, he podido sacar de mi garganta las palabras con las cuales he defendido el derecho de algunos pueblos del mundo a ser totalmente independientes y soberanos, dueños de su propio destino.

17.- Porque he sido abogado y hombre libre, no he tenido que pensarlo dos veces para decir o hacer lo que me dicta mi conciencia. No tengo atadura de ninguna clase para hacer o no hacer.

18.- No me creo estar amarrado por la mercancía dinero; ligado por compromisos profesionales; silenciado por trabas; frenado por halagos; estorbado por prejuicios sociales, ni mucho menos sujetado por el qué dirán.

19.- Creo tener mi cabeza algo amueblada para que nadie condicione mi forma de proceder. No estoy obligado a someterme a lo que otro quiera; cumplo con mis deberes, pero sin sentirme que obtempero por voluntad ajena.

20.- Me comporto como un dominicano común y corriente. Sin creerme inferior ni superior; subordinado ni por encima de nadie. Pura y simplemente, ejerciendo mis derechos y libertades sin arrogancia, con mucha humildad, pero sin dejarme avasallar.

Ideas finales

21.- Mientras viva seré como he sido. Nada de acallar; nunca guardar silencio para complacer, ni mucho menos enmudecer para caer bien. Jamás voy a cesar en la forma como he sido. No excitado ni tranquilo. Ser auténtico y nada más.

22.- Hacer de los códigos,  la toga y el birrete mis aliados para la batalla en los estrados, me ha permitido sentirme ser una persona útil a la sociedad, e incondicional servidor de la justicia y el derecho.

23.- En la práctica he probado que no fui a la universidad a aprender los principios generales del derecho para burlar o estafar utilizando la argucia. Siempre he creído que es de gente sucia utilizar la trampa para alcanzar el éxito propio o ajeno.

24.- En todo el curso de mi ejercicio profesional, ninguna vez le he negado  mis servicios a una persona por el no pago de honorarios. Aquel que ha recurrido a mí para defender su libertad o lo que es legítimo, ha contado con mi asistencia.

25.- Estoy convencido de que se puede ser abogado, comportarse con honradez e incidir en la brega internacional, y en la vida pública nacional aportando a la lucha política, social, cívica y ciudadana.

26.- Combinar la vocación, el apego a la ética y la formación intelectual, pueden hacen a la mujer o al hombre un profesional del derecho conveniente a su país.

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