1.- El día miércoles 18 de octubre de 1961, cuando salí desde mi casa en Santiago de los Caballeros y me dirigí a la ciudad capital a matricularme en la Universidad de Santo Domingo, podía haberme inscrito en la Facultad de Medicina, Ingeniería o Derecho.
2.- Pero mi decisión estaba tomada desde antes de partir a inscribirme en el único centro universitario que funcionaba en el país: quería estudiar derecho para llegar a ser abogado, y así lo hice.
3.- El 25 de febrero de 1967, al momento de recibir el título de doctor en derecho Magna Cum Laude, se me presentaron tres posibilidades: aceptar una beca para estudiar en Francia otorgada por mi universidad como premio por mis altas calificaciones, quedarme en la ciudad capital ejerciendo única y exclusivamente, o regresar a Santiago a desempeñarme como profesional en la abogacía y vincularme con el accionar político y social. Esta última fue mi decisión y elección.
4.- Siempre he resaltado el hecho de haberme graduado de doctor en derecho, porque el ejercicio de esta profesión me ha permitido ser un hombre libre en la práctica de mis ideas políticas y concepción ideológica. Manejarme en la abogacía, sintiéndome totalmente liberado, ha contribuido a que devuelva a mi pueblo parte de lo que aportó para lograr y concluir mis estudios universitarios.
5.- Con el ejercicio profesional he puesto mis servicios a disposición y alcance de todos los dominicanos y dominicanas que han acudido a mí para que les defienda ante sus derechos burlados o sus libertades conculcadas.
6.- Nada me ha impedido actuar como abogado y conservar mi autonomía, no depender de nadie; ser abierto, franco, proceder sin cortapisas. Solamente siendo independiente de pensamiento y no estando atado económicamente a nadie, me ha permitido hacerme cargo de asuntos sumamente delicados en el orden político, lo mismo que rechazar casos que me habrían representado jugosos honorarios. He ejercido como un abogado absolutamente emancipado, sin sumisión de ninguna clase.
7.- No estoy formado para la trampa, la fullería, ni el argumento embaucador y, lamentablemente, hoy el que predomina es el abogado trampista, chocarrero y jugador de ventajas. Este es el medio ideal para quien carece de talento para defender el caso de su cliente con altura, al margen de la estratagema, la argucia y las malas artes.
8.- La profesión de abogado hoy, al igual que todo lo que se mueve en el medio social donde vivimos, hay que ejercerla apoyándose en el ventajismo y comadreo, algo para lo que no debe prestarse quien respeta la ley, el derecho y la justicia.
9.- Siempre he tratado de combinar el ejercicio de la profesión con mi forma de pensar políticamente, que exista coherencia entre una y otra. Por el hecho de mis colegas conocer cómo ejerzo la profesión, los abogados y abogadas de Santiago, en dos ocasiones consecutivas y de manera unánime, me eligieron presidente de la Asociación de Abogados de Santiago.
10.- Con todo pesar, hay que decir que hoy el ejercicio de algunos abogados constituye una afrenta, un bochorno, una mancha. El irrespeto a la profesión de la toga y el birrete ha llegado hasta el punto de que las notificaciones en el aire, falsas o simuladas, ya no solamente las hacen abogados delincuentes, sino también funcionarios judiciales.
11.- Ayer había que cuidarse del abogado promiscuo; hoy hay que recibir la comunicación proveniente del despacho del funcionario judicial, con desconfianza, porque nada quita que una carta cualquiera la quiera hacer valer como acto de alguacil.
12.- En el pasado, cualquier escrito que salía del despacho de un funcionario judicial estaba rodeado de pureza, pero ahora está acompañado de la falta de integridad de quien lo emite.
13.- La profesión, simbolizada por la diosa Temis, se ha convertido en algo que afrenta, porque la cochambre está en el bufete del abogado hecho un asco, como también en el despacho del funcionario judicial convertido en una porquería.
14.- Al momento de una persona determinada recibir una pieza desde un órgano judicial, debe examinarla con la mayor cautela, partiendo de que el contenido del documento tiene que ver con la trampa que encierra.
15.- El ambiente dominicano está emporcado, lleno de porquería por entero. Solo queda proceder a lavarlo y cuidarse de que el encargado de asearlo no sea más sucio que el lugar donde estamos.
16.- La profesión que con tanto amor comencé a ejercer, la presencia en ella de gente sucia de mente y proceder me ha desilusionado. Me siento decepcionado cada día más. Amén.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email