I.- Nietos y nietas en la familia
1.- Los seres humanos, en todo el curso de su existencia, establecen relaciones en sus diferentes actividades comunes, las cuales pueden ser materiales, espirituales o ideológicas. Las primeras se dan en el proceso de producción y determinan las demás, que son sociales, políticas, jurídicas, morales, familiares, etc.
2.- Como categoría histórica, en la familia están presentes lazos que van desde lo económico hasta el amor, pasando por la confianza mutua. En el vínculo que resulta del trato familiar, ejerce influencia unirse con afecto mutuo y la consideración entre los que componen la célula familiar.
3.- La unión que proviene de la consanguinidad o afinidad, el parentesco, trae como consecuencia los grados, las jerarquías en la escala familiar. En la clasificación que se da entre personas emparentadas entre sí, es posible contar, además de los padres y los hijos, con los nietos y nietas, es decir, los afines sanguíneos directos de las hijas y de los hijos.
II.- Padre y madre, y su influencia en la relación de abuelos y nietos
4.- El acercamiento de nietos y nietas, con abuelos y abuelas, siempre va a depender de la orientación que les tracen sus padres. De cómo encaminen papá y mamá, así se van a conducir sus descendientes. Haciendo de consejeros llegan a determinar el nivel de las conexiones de nietas y nietos con los abuelos y las abuelas y, por vía de consecuencia, el trato caluroso o frío.
5.- Abuelito o abuelita, no debe esperar de sus nietos y nietas, una demostración o aprobación vehemente, de mucha calidez, si los padres de los nietos no les han motivado para que quieran a sus ascendientes.
6.- Lo más normal es que, ante la falta de instrucción o de conocimiento, nietas y nietos se comporten no haciéndoles caso a esas dos cosas que, aunque las ignoran, resultan ser sus abuelitos y abuelitas.
7.- Esa pareja de ancianos que, cumpliendo con su deber y mucho esfuerzo, levantaron a sus hijos e hijas, hoy están ubicados en un rincón de su casa, ignorados por nietas y nietos, porque los padres de estos, no les fijaron en la mente que demuestren interés o cariño por sus abuelas y abuelos.
8.- Esos padres y madres, que no escatimaron esfuerzos para bien formar a sus hijas e hijos, ya en su tercera edad, y cargados de quebrantos, se ven limitados a pensar despacio, meditar respecto a las ingratitudes y el olvido.
9.- Abuelas y abuelos, armados de una sólida formación personal e ideológica, no deben abrigar sentimientos de tristeza por la indiferencia que les demuestran sus nietas y nietos. La apatía inducida a los nietos, no ha de llevar a las abuelas y a los abuelos a la soledad mental, a sentirse desamparados. Las añoranzas han de cambiarlas por júbilo.
III.- No tiene justificación el proceder de nietas y nietos ante sus abuelos
10.- Sin duda, las hijas y los hijos que se ocupan de que los nietos y nietas mantengan a sus abuelas y abuelos ignorados, recurrirán a toda clase de argumentos para justificar su proceder falto de consideración hacia sus progenitores.
11.- Aquellos hijos e hijas que hacen uso de explicaciones y razones insustanciales, totalmente pueriles, para darle base de sustentación a la fría conducta de nietos y nietas frente a sus abuelas y abuelos, por más vueltas que les den a su cabeza, algo de remordimiento les quedará.
12.- El abuelo o la abuela ignorada por sus nietos y nietas, no debe caer en un mar de lamentos, sino continuar su vida, con la misma actitud y forma de ser, como levantó a su prole.
13.- La abuela o el abuelo, deliberadamente desconocido por sus nietas y nietos, por comportarse como desde siempre, exigente con la buena conducta, no debe tomar en cuenta el menoscabo mostrado por sus nietas y nietos, y seguir siendo el mismo: genio y figura hasta la sepultura.
14.- Las nietas y los nietos, no lo saben, ni están llamados a saberlo, que su abuela y abuelo, son cascarrabias o mansos, pero son sus hijas e hijos, los llamados a decirles a su prole que a esos abuelitos hay que, por lo menos, darles un trato afectuoso.
15.- Abuelas y abuelos auténticos y coherentes, son aquellos que no toleraron inconductas a sus hijos e hijas, como tampoco a nietos y nietas. La falta de civilidad o buena educación es inaceptable en cualquier miembro de la familia.
16.- El hecho de sentirse alejados de hijos, nietas y nietos, no debe causar tristeza a los ascendientes; por el contrario, mantenerse alegres y enamorados de la vida, convencidos de que han cumplido ante la familia y la parte buena de la sociedad humana.
IV.- La gran cantidad de nietos y nietas, no se convierte en la multiplicación de cariño
17.- La abuela y el abuelo, no tienen que hacer cálculos alegres, y creer que sus quince nietas o nietos, les llevarán alegría. La vida les enseñará, que de ellos, a lo sumo, ocasionalmente, tres les harán una visita a la semana y, tal vez, de vez en cuando, una cortante llamada tipo telegrama.
18.- Esos abuelitos y abuelitas, que al igual que con los hijos y las hijas, se han preocupado para que sus nietas y nietos se desarrollen y formen bien en el orden material y cultural, deben prepararse para no terminar su vida terrenal, desilusionados por su amarga experiencia.
19.- El hombre o la mujer que decide ser papá o mamá, y tiene la dicha de llegar a ser abuela o abuelo, que se ocupe de cumplir con el compromiso que voluntariamente ha asumido, sin esperar ninguna clase de reciprocidad material o espiritual, porque hacer cada quien lo que está obligado a ejecutar, no tiene otra compensación que la satisfacción de haber obrado obedeciendo el mandato de su conciencia.
Ideas finales
20.- Algunos hijos e hijas, para justificar mantener a las nietas y a los nietos alejados de los abuelos, van a alegar que hay ascendientes que no cultivan buena comunicación con sus nietas y nietos, porque no están dispuestos a agradarles con gustos, caprichos y antojos, propios de niñas y niños mal educados.
21.- Ante la frialdad de las nietas y los nietos, para con sus abuelos y abuelas, estos deben reaccionar demostrándoles sinceros afectos, y en todo momento haciéndoles saber que no se sienten desairados, porque saben que su actitud responde a desidia de sus progenitores.
22.- Finalmente, en el seno de cada familia, los padres, abuelos y abuelas, deben demostrar tener facultad o capacidad para entender la diversidad de sentimientos en su prole y las debilidades humanas, que llevan a las personas a ser víctimas de las más dolorosas flaquezas.
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