En principio mucha gente defiende al mercado y la libertad para regular precios según la mejor teoría clásica. Yo también. Excepto cuando la volatilidad por asimetría de información permite que especuladores y agiotistas abusen del pueblo, inerme si alguna autoridad no vela por su bienestar.
Es el caso ante la duplicación de la meta de inflación esperada por el Banco Central, en productos y alimentos de la canasta básica. Ningún gobierno puede controlar las alzas del petróleo y son encomiables los esfuerzos oficiales para apreciar el peso, reducir el circulante y además preservar la recuperación económica. Tras aumentos mundiales de casi un 43% en 2021 y duplicación de costo de importación desde el inicio de la pandemia, de la soya, el trigo y los aceites, los productores locales subieron los precios por debajo de esas alzas; pero el comercio los incrementó proporcionalmente mucho más.
Es abusivo que intermediarios aumenten precios más que lo obligado por inflación importada. La industria colabora, pero el gobierno debe defender al consumidor. La paz social exige acciones gubernamentales drásticas.