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Acumular teneres mediante trampa, no da merecimiento

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La mujer o el hombre que quiere el respeto de sus coterráneos, debe actuar apegado a las normas que aprendió de mami y papi, que no fueron otras que la de honestidad, honradez y lealtad. 

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1.- Por el comportamiento comprobado de la generalidad de mis conciudadanos, he llegado al convencimiento de que la sociedad dominicana, en lo ético y moral, no sirve.

2.- El criterio antes indicado lo he sostenido y expuesto en un artículo anterior diciendo: “no cabe duda de que en nuestro país hay hombres y mujeres que son ejemplos de bondad, honestidad, sensibilidad y cuantas virtudes pueden adornar al ser humano; los buenos sentimientos les acompañan en cada una de sus actuaciones. Pero tengo la creencia de que como sociedad, la dominicana no sirve, está averiada, deteriorada desde arriba hasta abajo…”. 

3.- En el medio social nuestro, para merecer el respeto y la consideración de la poca gente de valía, hay que ganárselo portándose de manera correcta, ajustando las actuaciones a la buena conducta, obrando con decencia.

4.- No importa el origen social suyo. Lo que cuenta son sus actos ante los demás; la honra, la buena opinión, la fama. El prestigio hay que merecerlo, hacerse digno de él, acreditarlo, probarlo y justificarlo.

5.- Decir soy honesto, no debe ser una pose, una actitud fingida haciendo creer lo que usted no es. Aparentar para engañar, es deshonestidad, es ser impúdico, obsceno, en sí, un perverso.

6.- Andar por esas calles de Dios, censurando a los que practican la corrupción pública y privada, y al mismo tiempo engañar a los demás por medio de negocios sucios, haciendo de tramposo, no es más que ser un simulador, falsificador, fingidor, pura y simplemente, un farsante.

7.- Bellaco es el desleal que quiere tener un fuerte patrimonio, pero con los recursos económicos ajenos. Llevando una vida de rico a expensas de aquellos que tomó como pendejos, bobos, puros tarugos.

8.- Nadie llega a merecer consideración, alta deferencia, haciendo cosas sucias. El respeto se gana siendo coherente, siempre igual, el mismo, el que honra con los hechos, lo que es su prédica.

9.- Carece de coherencia aquel que llama a la honradez siendo un pillo,  y es el mismo que predica moral desnudo por la calle El Conde, en la ciudad capital, o  en la calle Del Sol, en Santiago.

10.- Porque el ambiente nacional dominicano, está moralmente dañado por entero, se acepta como persona de bien a la que hace de doble, por un lado, sana y por el otro podrido. De ahí que con facilidad actúa el que se vende con conducta de oro, pero siendo la suya de cobre.

11.- Cómo aspirar a ocupar un espacio de distinción en el lugar donde usted acciona, si se convierte en un pícaro, que disfruta haciendo travesuras, pillerías de todos los colores, con la creencia de que demuestra inteligencia por ser sagaz, no siendo más que un vulgar mala paga.

12.- No se alcanza la reputación de persona decente, cuando usted se hace coger miedo por las tantas fechorías que lleva a cabo, sin tomar en cuenta que la víctima sea un familiar muy cercano o un íntimo amigo suyo y de la familia.

13.- Por muy listo que usted crea ser, por haber engañado gente de su círculo más cercano, nunca llegará a ser una mujer o un hombre de bien. No pasará de un vulgar vagabundo, uno más de los tantos trúhanes que abundan en este país, que tiene la moral de hojalata.

14.- Cada quien se hace merecedor de los méritos que ha acumulado con su conducta, de las virtudes reconocidas por sus conciudadanos, por la forma como se comporta. Aquel que hace lo malo, que no espere merecimiento.

15.- El pueblo llano sabe reprobar las inconductas, aunque aquel que las practica cree que actúa libremente, sin que sus acciones dolosas sean objeto de censura. La gente decente se hace honrada procediendo bien, como también merece ser condenada si hace todo aquello que entraña malas artes, como apoderarse de lo ajeno.

16.- Esa muchacha o ese muchacho, por sus feas actuaciones, terminará mal, convertido en una desvergüenza, una mancha, un estigma que lo marcará para siempre como una cosa sin moral social, vilipendiado por sus feas actuaciones.

17.- Aquella muchacha o muchacho que vive haciendo lo indebido, concluye su existencia de manera deshonrosa; como un infame engañador por sus vergonzosas fechorías y, en sí, terminará siendo una afrenta, un indigno.

18.- Nunca, jamás va a merecer respeto quien se dedica a llevar una vida a todo dar, a condición de convertir a otros en apenados. Del vituperio se hace acreedor ese que lleva tristeza al que le proporcionó alegría a cambio de nada.

19.- Esa joven o ese joven que está acumulando teneres mediante la trampa, que se olvide, porque por más riqueza que llegue a acumular, no pasará de ser un tramposo sin otro mérito que el de un engañador. 

20.- La mujer o el hombre que quiere el respeto de sus coterráneos, debe actuar apegado a las normas que aprendió de mami y papi, que no fueron otras que la de honestidad, honradez y lealtad. 

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