Agenda de crisis

Las visitas que hizo el pasado jueves el presidente Luis Abinader a los partidos de la Liberación Dominicana, Fuerza del Pueblo y Alianza País, pudiera colocar en pausa el denuncismo alegre que han caracterizado a los incumbentes de la nueva administración gubernamental.

Las visitas que hizo el pasado jueves el
presidente Luis Abinader a los partidos de la Liberación Dominicana, Fuerza del
Pueblo y Alianza País, pudiera colocar en pausa el denuncismo alegre que han caracterizado
a los incumbentes de la nueva administración gubernamental.

El objetivo enunciado ha sido el de
procurar unidad para hacer frente a la pandemia de Covid19, pero también se
abordaron los desafíos para el próximo 
año escolar, la crisis económica y la escogencia de una nueva Junta
Central Electoral.

Restan no menos de ocho meses de duro
batallar con la pandemia hasta que aparezca una vacuna que el gobierno se
programa para adquirir en grandes partidas, pretendiendo llegar hasta diez
millones, según expuso el presidente Abinader; en el ínterin, muertes,
contagios, afectación de la actividad productiva y una convivencia social
distinta a la experimentada a lo largo de la existencia, dominarán la escena.

El Partido de la Liberación Dominicana y
las otras dos fuerzas  visitadas hicieron
el compromiso de no politizar la pandemia y de apoyar todas las acciones que se
lleven a cabo para combatirla.

Sobre el desafío de la educación también se
requirió colaboración. No hay la posibilidad de enseñanza presencial para el
año lectivo inmediato, y las de las clases a distancia, a través de la internet,
están muy limitadas. No disponemos de la capacidad de banda ancha para que más
de dos millones de estudiantes estén conectados a la vez consumiendo audio y video;
tampoco los equipos ni las posibilidades de adquirirlos en poco tiempo, ni la
capacitación del personal docente, ni el acompañamiento que sería necesario en
muchos hogares donde padre y madre trabajan, o los monoparentales, donde por lo
general sólo  están las madres, obligadas
a salir a buscar la subsistencia.

En esa materia, el presidente Abinader
solicitó la colaboración de técnicos de las fuerzas con las que dialogó y éstas
se comprometieron a hacerlo.

Pero si son de grandes preocupaciones el
Covid19 y el año escolar, más cerca de colapsar que de completarse, no menos
grave es la situación de la economía. El presupuesto complementario recién
aprobado conlleva una demanda de financiamiento por más de tres mil millones de
dólares, pero inmediatamente hay que embarcarse en los desafíos del proyecto de
presupuesto del 2021 que no puede concebirse sin un nivel de endeudamiento
astronómico.

Inevitablemente el país tiene que procurar
un entendimiento con el Fondo Monetario Internacional, que por más flexible que
resulte, impone condicionamientos muy difíciles de cumplir en una etapa en que
más del millón de dominicanos que habían salido de la pobreza por las políticas
sociales de los últimos  años, están
siendo devueltos de regreso a las precariedades anteriores; los empleos
productivos tardarán largo tiempo en volver a la dinámica que llevaban antes
del Covid19.

No hay que ser mago para pregonar que el
descontento de los más afectados se hará sentir, y pronto tendremos un desborde
de reclamos que las condiciones de la economía impedirán satisfacer.

La madurez y la inteligencia del político
siempre han sido claves para el mantenimiento de la gobernanza, pero ahora se
hacen imprescindibles. El gobierno no tiene chance de éxitos sin apelar a la unidad
y los opositores podrían ser rebasados por la perturbación, sino colocan en
primer plano la contribución a la paz social.

La agenda contra la corrupción es el
más  legítimo de los reclamos que se
puedan sustentar, pero debe agotarse con prudencia.