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Al desnudo

Sin embargo, es en naciones pobres del llamado tercer mundo y hasta aquellos países que, según parámetros de medición internacional están en vías de desarrollo.

Con su poderosa fuerza destructora, los fenómenos atmosféricos causan grandes daños y son una frecuente preocupación para muchas zonas del mundo y aun las naciones más ricas y con un alto estándar de vida no están exentas de sus consecuencias en términos de vidas humanas y devastaciones materiales.

Sin embargo, es en naciones pobres del llamado tercer mundo y hasta aquellos países que, según parámetros de medición internacional están en vías de desarrollo, donde la vulnerabilidad ante los desastres naturales alcanza mayor dramatismo.
Esta indefensión se observa y se siente en su parte más dramática cada vez que una tormenta, un ciclón y hasta un temporal de lluvias es anunciado por los servicios meteorológicos, como hemos visto en estos días con aprestos y emergencias ante el paso de la tormenta Isaac.

La proximidad de uno de estos fenómenos y su inminente llegada cuando el territorio nacional está en su trayectoria es motivo de gran inquietud, principalmente en zonas vulnerables donde muchas familias viven en pobreza extrema y con grandes carencias, al borde de ríos o cañados y en endebles viviendas que no resisten ningún ventarrón de mediana intensidad.

Estas situaciones ponen al desnudo la inequidad social que padecemos y las grandes desigualdades sociales que también tenemos, pues mientras estas familias prácticamente viven en la calle, hay muchos que no tienen por qué preocuparse, porque están bien resguardados en sus confortables viviendas.

En estos períodos de riesgo por fenómenos naturales, las autoridades disponen acciones preventivas y se preparan para asistir a quienes viven en zonas de mayor peligro, además de disponer de evacuaciones para llevar estas familias a instalaciones seguras, porque siempre el primer imperativo es preservar la vida.

Sin embargo, es tiempo de que se piense de la manera gradual pero sostenida en que la desigualdad social puede comenzar a ser reducida y los efectos de la pandemia del Covid-19, que no distingue entre sexo, clase social ni ninguna otra característica, deberían sensibilizarnos a todos para emprender esa gran tarea humana.

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