NUEVA YORK.- El alcalde de Nueva York, Eric Adams, pidió este viernes ayuda al Gobierno federal estadounidense para parar el tráfico de armas hacia su ciudad, donde la compraventa de armas de fuego está severamente restringida, a diferencia de otros estados.
En una rueda de prensa convocada en reacción al tiroteo que hoy se produjo en Harlem y dejó un policía muerto y otro herido en condición crítica, Adams recordó que en Nueva York no se fabrican armas, pero eso no impide que «miles de armas» se confisquen en la ciudad, y miles más sigan llegando.
«Necesitamos la ayuda de Washington para ayudar a parar el flujo de armas aquí, y en otras ciudades», ya que su existencia en las ciudades donde no son legales demuestra «un fracaso del Gobierno federal».
«Las armas en la calle son una amenaza a nuestra seguridad», insistió.
La venta y porte de armas, protegidas por la constitución estadounidense en su segunda enmienda, es objeto de permanente debate permanente, pero ningún gobierno ha conseguido frenar el enorme poder del lobby armamentístico organizado en torno a la Asociación Nacional del Rifle (NRA).
El Gobierno de Obama se enfrentó a la NRA para limitar la posesión de armas, pero su sucesor Donald Trump bloqueó todas las iniciativas emprendidas por Obama en este sentido.
Diecinueve estados y el Distrito de Columbia imponen restricciones a la posesión de ciertos tipos de armas y tribunales en todo el país han fallado repetidamente a favor de las restricciones por criterios de edad con el fin de disuadir el crimen y promover la seguridad pública.
El tiroteo de hoy, en el que también falleció el hombre que disparó a los policías -y que tenía abundantes antecedentes penales- es el tercer incidente armado con víctimas entre la policía en solo una semana, después de que el martes y el jueves otros dos agentes fueran heridos por bala en sendos incidentes distintos, en Staten Island y en Brooklyn.
A estos incidentes se suma además otros dos crímenes sucedidos la semana anterior, el primero de ellos en un local de Burger King, donde una de las trabajadoras fue asesinada por disparos de un atracador, y el segundo en el metro de Nueva York, cuando un vagabundo empujó a las vías, sin razón aparente, a una mujer de 40 años que se encontraba en el andén en el momento en que el tren entraba en la estación.
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