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Batalla Electoral 2024

Ante un serio reto

El hecho de que los miembros de la delegación de observadores de la OEA, la cúpula empresarial y el Episcopado dominicano hayan llamado insistentemente a respetar el resultado de las elecciones, es una muestra de una preocupante inquietud en torno a eventuales dificultades postelectorales.

Tras el cierre de la campaña electoral, caracterizado por un gran entusiasmo que no tuvo exento del pernicioso mecanismo de campaña sucia y negativa, la suerte está echada hacia las elecciones de este domingo, que se espera transcurran en paz como una verdadera fiesta de la democracia nacional.

Así deben entenderla y practicarla todos los actores políticos de la vida nacional, especialmente los tres principales contendores presidenciales que, según la mayoría de las encuestas más reputadas, gozan de la mayores preferencias de los electores.

Como la experiencia demuestra en la cultura política dominicana que las pasiones tienden a desbordarse en estas consultas electorales, los principales líderes y dirigentes deben llamar a la calma y la prudencia para esperar en orden el resultado de las elecciones.

Nadie debe declararse ganador con datos recopilados en boca de urnas ni a través de informes preliminares de delegados en las mesas de votaciones, antes de que haya un veredicto oficial por parte de la Junta Central Electoral que se debe aguardar con paciencia.

La Junta Central Electoral, que ha dado reiteradas garantías de que el país asistirá a comicios libres y transparentes, también tiene que hacer su parte agilizando los cómputos, pero con cuidado ni precipitaciones y mucho menos ceder a presiones que puedan ejercerse.

Es sabido, sin embargo porque la propia Junta así lo ha adelantado, que como hemos tenido que volver al método de voto manual tras el fracaso en la aplicación del voto electrónico, tendremos que ser pacientes en la espera del proceso de conteo y difusión de los datos.

El hecho de que los miembros de la delegación de observadores de la OEA, la cúpula empresarial y el Episcopado dominicano hayan llamado insistentemente a respetar el resultado de las elecciones, es una muestra de una preocupante inquietud en torno a eventuales dificultades postelectorales.

En medio de una pandemia que ha trastornado la vida nacional en diferentes aspectos y sumido la economía en una profunda crisis, la República Dominicana y sus dirigentes tienen que dar un ejemplo de equilibrio y sobriedad para no exponernos a un trastorno aún mayor.

Lo ideal sería que todo transcurra en el más absoluto sosiego y que el resultado determine un ganador en primera vuelta para que el país no tenga que incurrir en más gastos multimillonarios. De esa manera, los mejores esfuerzos de la colectividad podrían concentrarse en la recuperación nacional, una tarea patriótica que debe estar por encima de colores y banderías políticas.

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