Bajo presión sale el auténtico carácter, especialmente de los políticos. Me he asombrado a mí mismo al decidir que si fuese gringo, jamás votaría por Trump pese a siempre haber simpatizado por el Partido Republicano. He confirmado mi juicio al ver a amigos muy inteligentes buscar excusas o justificaciones para los pseudo-chistes y barbaridades expresadas en el mitin de Trump en Nueva York. Olvidemos los “chistes”. Trump posee un asqueroso historial de expresar vulgaridades racistas, misóginas, homofóbicas, xenofóbicas, flagrantes mentiras estadísticas e innegables manifestaciones narcisistas, aparte de su ridícula falsa tez de zanahoria y su terrible complejo por tenerlo chiquito, que lo lleva a ser un abusador sexual convicto, aparte de evasor fiscal, falsificador de estados financieros, perpetrador de fraudes y otros delitos por los que ha sido encontrado culpable. Encima de eso está su bárbara incitación sediciosa del 6 de enero de 2020 y su insistencia en que le “robaron” las elecciones del 2019, alegato falaz rechazado en más de 70 instancias judiciales. Olvídense del pésimo chiste antilatino y los demás cutrismos del mitin de Nueva York. Votar por Trump es una inconsciencia y me parece alucinante que quizás pueda ser el próximo presidente de Estados Unidos.
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