SANTA CRUZ DE LA PALMA.- Las diferentes coladas de lava que avanzan ladera abajo desde el volcán de la Cumbre Vieja en la isla canaria de La Palma han entrado en una fase de «estabilidad y lentitud», incluso la que hasta ahora se estaba mostrando más activa y que se encuentra a apenas 160 metros del mar.
Las estimaciones de los investigadores en la zona señalan que por el caudal y por la velocidad de esta colada, de apenas 2 metros por hora, no es previsible una llegada inminente al mar.
En el caso de que se precipite al océano y se comience a formar un nuevo delta de lava o «fajana», como la que surgió en los primeros días de la erupción, la posibilidad de explosiones y de emisión de gases contaminantes obligaría a confinar en sus casas a los vecinos de las zonas más próximas.
El director técnico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias -el organismo que coordina y supervisa las actuaciones relacionadas con la erupción-, Miguel Ángel Morcuende, explicó hoy que se ha apreciado en las últimas horas «una clara pérdida de aportación» de lava a las coladas, que en vez de avanzar están aumentando en espesor.
Mientras tanto, la isla española trata en lo posible de recuperar la normalidad. Este lunes más de 4.500 alumnos y casi 600 profesores del Valle de Aridane, el municipio más afectado, han vuelto a las aulas, que hubieron de abandonar hace ya casi un mes.
La vuelta a las aulas ha transcurrido sin incidencias y con el 90 % de los alumnos en sus puestos.
Más que el ruido del volcán, lo más molesto han sido las cenizas. Desde el primer día, los colegios han tenido que aplicar el protocolo de mala calidad del aire: todos los niños han permanecido confinados en las clases, con las ventanas selladas, y no han podido ir al recreo ni hacer educación física.
Y al salir de clase han ido provistos con mascarillas FFP2, gafas protectoras y gorras con viseras.
El otro punto de interés en este lunes ha estado en el aeropuerto de La Palma, donde la aerolínea Binter ha retomado por algunas horas su operativa, hasta que se ha visto obligada a cancelar los últimos cuatro vuelos que tenía programados por la presencia de ceniza en la pista.
Mientras, el volcán sigue sin dar síntomas de debilidad pese a una reducción de las emisiones de dióxido de azufre, por debajo del umbral de las 5.000 toneladas diarias según las mediciones realizadas ayer.
Se trata en todo caso de una valoración subestimada ante las dificultades técnicas para realizar las mediciones y muy lejos de las 100 toneladas a las que tendría que rebajarse para empezar a pensar en un remisión del proceso eruptivo.
La sismicidad asociada al mismo continúa activa, con 61 terremotos registrados en un periodo de doce horas desde la pasada medianoche, cuando se registró uno de magnitud 4,6 en la localidad de Mazo a 36 kilómetros de profundidad.
Se siguen sucediendo temblores sentidos por la población, en todo caso a profundidades que oscilan entre los 10 y los 37 kilómetros, y que los científicos desligan de la posible aparición de nuevos focos eruptivos alejados del que está activo en la zona de Cumbre Vieja.
A pocas horas de cumplirse el primer mes de la erupción, el último recuento señala que en total hay 763,32 hectáreas afectadas, 20 más que ayer, de las que 228,9 corresponden a áreas de cultivos (128,07 de plataneras; 52,02 viñedos y 16,9 aguacates). Además, hay 1.956 edificaciones destruidas y 61 en riesgo.
La altura de la columna de cenizas y gases era de 4.000 metros y hoy se encontraba en una posición favorable para la operatividad del aeropuerto de La Palma, que sin embargo, podría verse afectada en las horas centrales del día de mañana debido a los vientos.
En el marco institucional, el Gobierno de España continúa adoptando medidas para ayudar a los sectores más afectados y anunció que impulsará la inversión en turismo y congresos.
Además España va a proponer que la próxima reunión de ministros del área digital de la OCDE se celebre en Canarias en 2022.
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