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Avances y desafíos en la actual oleada de luchas y cambios en nuestra América

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La oleada de luchas y cambios continentales presenta avances y retrocesos de diferentes calibres; los altibajos en los combates populares y las reacciones contrarias de factura imperialista son tan variados como recurrentes.

Los avances sustanciales -acompañados o no de logros electorales- son las formidables luchas sociales y sus diversos grados de politización, la conformación de nuevos sujetos del cambio, el proceso de continentalización de las luchas populares, el auge del bolivarianismo de nuevo tipo, los cambios en la correlación de fuerzas en las bases de las sociedades, que también se reflejan en las políticas interna y externa de algunos Estados y gobiernos de la región.

En tales circunstancias el propósito de crear grandes movimientos influidos por las fuerzas que cuestionamos al sistema dominante y asumimos el proyecto anti-imperialista y anticapitalista, es esencial para alcanzar avances duraderos, forjar poder alternativo y llevar a cabo procesos liberadores.

Esto tiene mucho que ver con la organización, movilización y creación de conciencia transformadora del sujeto popular en toda su diversidad y potencia.

Por tanto, es irrenunciable el accionar de los de abajo en todos los escenarios y vertientes de las luchas patrióticas, clasistas, populares y culturales.

La oleada actual en desarrollo confirma la certeza de esta actitud.

Los pueblos de la Patria Grande, sus diversos componentes sociales y sus variados destacamentos políticos revolucionarios, libran un combate multifacético y multicolor que merece ser estimulado y potenciado sin condicionamientos, ataduras y discriminaciones.

Un arcoíris de luchas y rebeldías justiciera cobra cada vez mayor esplendor y reclama de más unidad y mayor firmeza.

La confrontación es inevitable.

De un lado los enemigos de todas las patrias, los negadores de la Patria Grande, los re-colonizadores, los imperialistas y sus cortes de traidores, los grandes capitalistas repletos de voracidad; y, del otro,  un gran torrente esperanzador que se ha expresado recientemente con singulares modalidades en Bolivia, Haití, Chile, Perú, Brasil.

Y no hay de otra que ampliar los combates y vencer, si no queremos perecer.

  • Volver a Mariategui y al Che 

Pero esto no puede lograrse al margen de una alta dosis de innovación, lo que inevitablemente nos remite a pensadores-luchadores como José Carlos Mariategui, Ernesto-Che-Guevara y Fidel.

Volver a sus obras y a sus ejemplos,  en algunos casos y pasajes sensiblemente relegadas y archivadas por el peso negativo del euro-centrismo en el quehacer revolucionario americano durante gran parte el siglo XX, y todavía.

Por la enorme gravitación de la copia infecunda y el dogma atrofiante entre no pocos de nuestros marxistas, marxistas-leninistas y marxistas-trotskistas y estalinistas.

Por la influencia del materialismo pasivo y del determinismo histórico.

Por el desprecio a otras fuentes y a intensas realidades históricas y actuales.

Si en José Martí, Eugenio María de Hostos, Simón Bolívar, Francisco de Miranda, y otros hombres de ideas y acciones trascendentes podemos encontrar la creación heroica capaz de remontar el dominio colonial desde un liberalismo profundamente democrático y de gran calado social, alborada de las críticas a todo lo injusto, incluso al porvenir capitalista dependiente; en José Carlos Mariategui nos encontramos con un pensador-luchador que remonta el capitalismo naciente en nuestra América desde una postura visionaria, cargada de rebeldía frente al anquilosamiento estalinista de la teoría y la práctica anticapitalista y socialista, y repleta de lo propio indo-americano.

Mariátegui insistió en los límites de la razón y la ciencia, adentrándose en el ser humano, y específicamente en los hombres y mujeres de este continente multiétnico y multicultural; adentrándose en su condición de ser sensorial necesitado de fe, de mito, de certeza en los propósitos de sus luchas y esfuerzos.

La inspiración marxista de su obra política y social es indiscutible y preeminente. Pero esto no lo llevó a despreciar otras fuentes para explicar lo propiamente existencial, emocional, sentimental y específicamente los motivos de la acción del ser humano de su época.

Enfatizó en la necesidad de la acción individual y colectiva para transformar la sociedad, presentándolo como el lado activo el materialismo, capaz de superar el materialismo pasivo muy en boga en aquellos tiempos.

En ese aspecto, como en la recuperación de las raíces latino-caribeñas, el Che es un continuador ejemplar de esa línea de pensamiento y acción.

Mariátegui opuso a la copia la “creación heroica”, pensamiento y acción fundidos para remontar el dominio de la burguesía e impulsar el socialismo indo-americano. Ciencia y fe, razón y mito.

Herejía para el marxismo “oficial” de esos tiempos. Herejía mayor en el seno de la “civilización burguesa”,

Habló de un pensamiento creador y de una mística nueva, tan necesaria entonces como ahora. Una “mística susceptible de milagros, apta para llenar a los desgraciados de esperanza, a suscitar mártires y a transformar el mundo con promesas de bondad y virtud” (José Carlos Mariategui, El hombre y el Mito, Textos básicos, colección Tierra Firme, Fondo de Cultura Económica 1991, Págs. 11 y 12).

El Che rescató el rol de la voluntad y de la acción en el quehacer revolucionario, potenció el internacionalismo revolucionario, resaltó la inexistencia de contradicción entre el cristianismo y la revolución y advirtió sobre los daños del burocratismo y los privilegios dentro de los proyectos socialistas.

Y Fidel, surgido de la herejía contra el dogma, puso en marcha junto a su pueblo una revolución muy caribeña, potencio el antiimperialismo socializante frete al coloniaje y advirtió tempranamente sobre los grandes peligros que gravitan sobre la humanidad y el planeta en vista de la depredación ambiental y la esencia guerrerista de EE.UU.

El siglo XX concluyó con la muerte de no pocos proyectos a nombre del socialismo. Se clausuraron esperanzas y se estropeó gravemente la mística revolucionaria, abriendo paso no solo a una nueva época, sino además a un periodo de grandes confusiones; mientras la sobrevivencia del proyecto socialista cubano ha tenido mucho que ver su capacidad creadora para autodefenderse.

Esta nueva época se inició con serios nubarrones que no hace mucho comenzaron a despejarse, a disolverse. Pero no tanto como se necesita en estos tiempos de reforzamiento de las opresiones propias de un sistema en decadencia agresiva.

Un nuevo pensamiento revolucionario  latino-caribeño de fuerte inspiración marxista, pero también vinculado a otras fuentes y creaciones (cosmovisiones indígenas, feminismo revolucionario, ambientalismo social, teología de la liberación…), está en proceso de desarrollo.

Las multitudes afro-americanas e indo-americanas de nuestro continente, están en búsqueda y van encontrando el camino de la fe en lo nuevos cambios, en las nuevas revoluciones. El nuevo mito revolucionario brota sobre la caída del viejo, mientras Ernesto Guevara ha remontado su época por ser precursor de lo nuevo y crítico de lo que declinaba.

El puente hacia la nueva democracia y el nuevo socialismo, que deberá remplazar tanto la democracia podrida y decadente de la burguesía mundial, como el socialismo degradado por la burocracia y el dogmatismo, ha sido fruto del esfuerzo de una camada de revolucionarios (as) de ayer y de siempre, que a pesar de las derrotas y reveses sufridos en el Siglo XX, llenos de “los motivos religiosos que se desplazarán del cielo a la tierra”, firmes en las convicciones socialistas-comunistas, recomenzaron después de la experiencia frustrada porque jamás los asaltó la idea de la rendición y el criterio que la solución no existe.

Esa estirpe marxista sigue persistiendo en encontrar la alternativa y lo están logrando junto a las nuevas generaciones de revolucionarios (as).

En ese orden Mariátegui, el Che y, desde luego, Fidel, han sido fuentes de inspiración  inagotables

Previamente el valor transformador del pensamiento de Marx, Engels, Lénin, Rosa Luxemburgo, Trosky, Gramci y otros grandes pensadores -así como de la propuesta socialista que sustentaron- estaba (como le decía Benedetto Groce a los que intentan condenar sumariamente el marxismo): “en el hecho de que el “presupuesto socialista” no es una filosofía de la historia, sino una concepción histórica, determinada por las condiciones presentes de la sociedad y del modo como ésta ha llegado a ellos.

Y agregaba Mariategui: la crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista. Mientras el capitalismo no haya transmontado definitivamente, el canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por transformar el orden social de capitalista a colectivista mantiene viva esa crítica, la continúa, la corrige” (Obra citada, La Filosofía Moderna y el Marxismo, Pág. 15).

El capitalismo imperialista existente no ha sido trasmontado en grande y definitivamente por el socialismo. Éste conserva fuerza en su empecinada decadencia y prolonga también su caída por las debilidades y tardanzas que muestran las nuevas gestaciones de nuevas vanguardias y la construcción de fuerzas político-sociales transformadoras a tono con los nuevos tiempos y las nuevas exigencias de la crisis sistémica. La partera de la historia ha confrontado muchos obstáculos para gestar lo nuevo.

El capitalismo existe, y cambiando para peor, pelea por prologar su vida enferma con más explotación asalariada, mayor apropiación de plusvalía, mayor concentración de riquezas y poder, mayor saqueo de recursos naturales, más usura, más exclusión social, más discriminación patriarcal, racista y adulto-céntrica; más guerras y mayor violencia y dominio oligopólico mundial, y mayor explotación y exclusión de su periferia dependiente recolonizada.

El sistema ha sufrido cambios, pero no ha sido reemplazado por otro: la propiedad privada capitalista sigue siendo su eje predominante.

La crítica marxista actual debe estudiar el capitalismo y el imperialismo de hoy y las experiencias fallidas de “socialismo real” y del estatismo que aplastó el colectivismo alternativo inicial.

EL marxismo no es hijo de un siglo determinado, sino un producto de la crítica al capitalismo que perduró en el siglo XX y continúa en el siglo XXI, con sucesivas modificaciones.

Al marxismo debe dársele continuidad,  reajustarlo, enriquecerlo… en función de los cambios acaecidos, de nuestras realidades latinoamericanas y caribeñas, y de las condiciones presentes.

Eso hizo Mariátegui en su tiempo y el Che y Fidel en el suyo Y eso debemos hacer los que reconocemos sus consistentes aportes para renovar y enriquecer de la obra de Marx y demás precursores del socialismo científico.

Marx, Engels, Lenin, Mariátegui, Fidel y el Che están presentes “en la lucha que por la realización del socialismo libran en el mundo innumerables muchedumbres” contra los efectos degradantes de la globalización capitalista, las guerras y agresiones imperialistas, el patriarcado, el neoliberalismo, y el neofascismo; luchas aptas para nutrir esa lucha con sus aportes, acompañados de otras contribuciones innovadoras, transmitidas de generación a generación.

“Ortega y Gasset -nos dice José Carlos Mariátegui- habla del “alma desencantada”. Romain Rolland habla del “alma encantada”. ¿Cuál de los dos tiene razón? Ambos almas coexisten. El “alma desencantada” de Ortega y Gasset es el alma de la decadente civilización burguesa. El “alma encantada” de Romain Rolland es el alma de los forjadores de la nueva civilización. Ortega y Gasset no ve sino el ocaso, el tramonto…Romain Rolland ve el orto, el alba”.

La decadencia del capitalismo, la decadencia del imperialismo estadounidense, jefe máximo de los imperialismos, ha vuelto a tomar su cuerpo y  su alma.

El  “alma desencantada” se expresa en la globalización neoliberal, en su guerra infinita y sus masacres, en el empobrecimiento brutal de sus dependencias, colonias y neo-colonias; en los abusos y la discriminación contra los (as) inmigrantes, mujeres, negros (as), indios, mulatos, mestizos, jóvenes y niños/as; el saqueo de los recursos vitales, la contaminación de tierra y mares, y en las agresiones al derecho a la vida y a la dignidad de los seres humanos; y muy especialmente de todas y todos/as los/as oprimidos/as… lo que le permite exhibir y disfrutar de sus riquezas robadas, sus fortunas acumuladas, sus derroches y orgías ofensivas.

El “alma encantada” está presente en las resistencias e insurgencias heroicas, en las protestas sociales, en los nuevos gobiernos de avanzada de nuestro Continente y del Mundo, en lo movimientos antiglobalizadores, en los foros sociales alternativos, en la rebeldía de las juventudes y de las mujeres, en el hermoso despertar de los (as) inmigrantes tercermundistas en EEUU y Europa, y en la multiplicidad de rebeldías clasistas, juveniles, femeninas, populares, anti-racistas y ambientalistas en expansión. Abracémonos  y echemos a andar a más velocidad y profundidad el “alma encantada” de la humanidad.

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