La progresía criolla es penosa. Desde asistir a un cacerolazo en la Plaza de la Bandera recién salida del salón de belleza con ollas nuevecitas, darse autobombo por haber ido a la Marcha Verde o nunca criticar el pobrísimo resultado del 4 % para Educación, lucen atolondrados.
Su más reciente triunfo es la Ley No. 4-23, sobre actos del estado civil, que presentan como un gran avance porque se podrá variar el orden de los apellidos con la mayoría de edad. Pero, ¡eso no estaba prohibido! El Tribunal Constitucional decidió en 2021 que es una costumbre que el apellido paterno preceda al materno al declarar a recién nacidos, pero el Código Civil ni ninguna ley lo dispone.
Legislar para ‘permitir’ lo no prohibido es un disparate, como dictar una ley autorizando a respirar en espacios públicos. Es curioso que la progresía, supuestamente libertaria, por vía congresual prefiera reglamentar banalidades innecesarias en vez de velar por el debido proceso en juicios por corrupción.
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