No es la primera vez que recordamos la visita al país, hace ya un buen número de años, del entonces responsable de las Naciones Unidas para el tráfico de drogas. Su estancia fue breve, pero antes de seguir viaje advirtió sobre el lavado de fondos provenientes de esa actividad criminal y otras ilícitas.
Al respecto, el experto internacional identificó los casinos, bancas de apuestas y dealers como sitios de mayor preferencia para sin que significara necesariamente la complicidad de estos, blanquear el dinero sucio. En especial, llamó la atención sobre la gran cantidad de edificios en construcción en la capital que a todas luces rebasaba la capacidad financiera del país. Un fenómeno que ya venía produciéndose de mucho antes en Panamá, donde el narco y el crimen organizado han hecho una amplia y multimillonaria siembra de cemento, bloques y varilla.
Recordar el episodio viene a propósito con motivo de la aprobación de la ley de lavado aprobada en el Senado que ahora ha pasado a la Cámara de Diputados para su sanción, y la exclusión en su texto de las bancas de apuesta como sujetos de obligada supervisión.
Con conocimiento más matemático del tema, el Ministro de Hacienda revela que en los últimos años se ha multiplicado la cantidad de bancas de apuestas y de lotería ilegales, pese a que se han clausurado unas cuatro mil. Al respecto, Donald Guerrero advierte de las dificultades que presenta la fiscalización de las bancas para lo cual se requiere disponer de una tecnología más apropiada y eficiente.
¿Cuántas bancas de apuestas existen en el país? Se ha señalado que el número de las que operan legalmente es superior a veinte mil, las cuales supuestamente, al menos en teoría, deben estar sujetas a revisión. Pero se asegura que las ilegales superan con mucho esa cifra. Un diputado vinculado al negocio, en el que también figuran como propietarios una docena de legisladores, llegó a mencionar en días pasados la cifra de 100 mil que estarían haciendo competencia desleal a las que operan dentro de la ley. Es muy probable que se le haya ido la mano; no obstante, puede darse por seguro que es una cantidad muy significativa.
¿Cuánto dinero manejan esas bancas? Recientemente se divulgó que tan solo las mil y tantas bancas de apuestas deportivas existentes, mueven diez mil millones de pesos anuales. Hay que suponer, por consiguiente, que es varias veces superior la que pasa por la mucho mayor cantidad de bancas de apuestas que existen, tanto legales como ilegales. Sin dudas, una gran tajada corresponde a dinero de procedencia turbia.
Incluidas o no de manera expresa en la Ley de Lavados, aunque ideal sería que lo fueran, supervisar las bancas de apuestas constituye una necesidad imperiosa, porque más allá de toda duda que por esa vía se lava dinero a granel en cantidades que pudieran alcanzar cifras inimaginables. Esto no solo de las operaciones ilícitas realizadas aquí, sino como un centro de blanqueo regional en la medida en que las mafias que operan internacionalmente tengan constancia del pobre nivel de control a que estarían sometidas.
De ahí, que si como advierte el Ministro de Hacienda se requiere de una plataforma tecnológica adecuada para poder aplicar una adecuada supervisión, es preciso abocarnos cuanto antes a establecer la misma, para lo cual es quizás probable obtener ayuda técnica y financiera en el marco de los acuerdos de cooperación internacional para prevenir y combatir el lavado de dinero sucio. En el peor de los escenarios, nada se perdería con intentarlo.
De lo contrario, sin disponer de los mecanismos de control necesarios, aun cuando las bancas se incluyeran de manera expresa en la ley, la misma no pasaría de ser papel mojado, como tantas otras aprobadas y vigentes que son ignoradas o violadas sin consecuencias.
Esto así al margen de que la proliferación de bancas de apuestas, legales e ilegales y de loterías que distan mucho de los propósitos humanitarios que animó la creación de la Lotería Nacional, solo han servido y sirven para el beneficio de sus propietarios, que en algunos casos han amasado y siguen acreciendo fortunas fabulosas, mientras empobrecen a la inmensa mayoría de los adictos al juego y de los sectores más necesitados de la población, animados de la ilusión de un elusivo y casi milagroso golpe de suerte que los catapulte de la extrema miseria a la extrema riqueza.