Bien por EUA

Ese imperio de la ley es la mejor lección para estudiantes extranjeros, materia aun por aprobar por líderes republicanos.

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Muchos anti-gringos se rasgan las vestiduras por la política de Trump de revocar visas a estudiantes o visitantes que vayan a Estados Unidos a abusar de su hospitalidad atacando valores democráticos, desafiar el orden público o causar perturbaciones del ambiente académico en universidades de ese país. Hay una tenue línea entre el irrespeto del Gobierno a la libertad de cátedra o autonomía universitaria y su obligación de proteger a los ciudadanos de las consecuencias del extremismo político. Es muy distinto una discusión dentro del aula, u otro foro educativo, acerca de cualquier tema por espinoso o incómodo que sea, a las acciones de activistas extranjeros que defienden agrupaciones de conocidas tendencias anti-democráticas, racistas, terroristas o criminales. ¿Podría un estudiante norteamericano ir Beijing o Moscú para organizar protestas o manifestaciones callejeras contra la legalidad del orden interno de esos países? ¿O más cercano, algún floridiano hacer eso en La Habana, Managua o Caracas? Tal como dijo ayer Marco Rubio al Congreso, respondiendo ataques de legisladores demócratas: “Una visa no es un derecho, es un privilegio”. Pero, como con casi todas las decisiones de Trump que conllevan un “pero” enorme, otra cosa es discriminar a Harvard con imposiciones ilegales rechazadas por los tribunales. Ese imperio de la ley es la mejor lección para estudiantes extranjeros, materia aun por aprobar por líderes republicanos.

José Báez Guerrero

José Báez Guerrero

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