Originalmente la voz germana “blitz” se refería a alguna fuerza súbita y poderosa, como un rayo, pero tras su conjunción con “krieg” que es guerra, ahora sólo se asocia a destrucción bélica. El gobierno debe de inmediato declarar la guerra a los apagones y hacerlo como cuando cae un rayo, que ilumina y causa estruendo.
Es inútil perder más tiempo atacando o defendiendo al ministro o al zar de Catalina, cuya incompatibilidad ha sido para la nación durante los últimos tres años peor que un pésimo matrimonio para los hijos. Hay montañas de evidencia de malísima gestión. Es una espada clavada en el costado del gobierno, crucificado por la opinión pública por interminables apagones que opacan logros en generación, transmisión y áreas concesionadas.
El caos y desorden eléctrico es tan enorme, que el único encargo que la brillante y honesta vicepresidente Raquel Peña no ha podido resolver rápida y eficazmente, es el tollo de las EDEs. Esto tiene solución, pero no haciendo lo mismo. Es impostergable un blitz. Si no, en las elecciones habrá rabia por tantos apagones incesantes e innecesarios.
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