De 1970 a 1973 Juan Bosch trabajó denodadamente por recomponer al PRD en todos los términos. No fue posible y renunció para crear el PLD. El 1 de febrero de 1974 explicaba lo siguiente a través de la prensa:
“…La reorganización del PRD tuvo una orientación (…) que era convertir al partido de hecho, y no de palabra, en una fuerza política verdaderamente al servicio de la liberación nacional; y para lograr eso era necesario, primero, centralizar los mandos; segundo, convertir esos mandos, de personales que eran, en colectivos, es decir, mandos ejercidos no por una sola persona sino por organismos compuestos por varias personas. Tercero, había que darles a los perredeístas conciencia política, pues sin esa educación no iban a estar en capacidad de aceptar los cambios organizativos que estaban llevándose a cabo; por último, el Partido necesitaba crearse una disciplina fuerte (…) y esa disciplina requería como contraparte la aplicación de los métodos del centralismo democrático, porque de esa manera se garantizaba la democracia interna de la organización”.
Meses después, el PLD realiza la trascendental Conferencia Salvador Allende, y en su discurso de clausura Bosch se refirió a “la gran necesidad en que estamos de que los compañeros tengan libertad y capacidad creadora dentro del Partido (…) Nosotros no sabemos dónde está en el Partido escondida la cabeza que va a dar la idea genial que va a resolver este problema, porque esos son los casos que se dan (…) de la conciencia colectiva y la mentalidad colectiva. Los organismos que son representación del Pueblo saben mucho más que los hombres aislados”.
Supremacía de la capacidad colectiva por sobre los individuos aislados; formación de las ideas y la consciencia política; disciplina democrática y creativa; antídotos activos contra el grupismo y el caudillaje Esas eran las bases de “lo nuevo” y Bosch da elementos para comprenderlo al escribir lo siguiente en Vanguardia del Pueblo, 1976:
“…mediante las ideas de lo que es el pueblo dominicano y la explicación de las causas que lo han traído a ser lo que es, se abre el camino (…) si queremos alcanzar nuestra liberación y lo que deberemos ser una vez hayamos logrado la libertad nacional. Y esa prédica hecha con métodos muy precisos y muy probados en la práctica, dan el siguiente resultado: (…) una disciplina consciente, no impuesta, no forzada, sino el tipo de disciplina que nace de manera casi natural de las ideas que han sido el alimento teórico de los hombres y mujeres que se desarrollan políticamente a partir de lo que van aprendiendo, en el estudio y en la práctica diaria”.
Y añade: “del amiguismo se pasa con mucha facilidad al grupismo, especialmente en los sitios donde los fundadores del Partido sean dos o tres personas de origen pequeño burgués que comienzan a organizar el Partido siendo amigos y después se separan por celos que casi siempre se relacionan con la ambición de mando dentro del Partido; y al separarse ellos los miembros del Partido se separan en grupos que los siguen (…) Si dos o tres o más miembros de una unidad del Partido (…) se ponen de acuerdo para tomar decisiones a favor o en contra de los demás miembros de su unidad (…) le hacen al Partido un daño cuyas consecuencias quizá no alcanzan a ver, porque están actuando como un grupo que rompe los métodos de trabajo del Partido y fomenta el grupismo (…) El grupismo divide; el grupismo fomenta el desorden; el grupismo destruye (…); el grupismo es por naturaleza el enemigo de la organización”.
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