España.- El convento de las Carmelitas Descalzas de la ciudad andaluza de Ronda (sur de España), que custodia la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, necesita monjas urgentemente para evitar que el Vaticano ordene su cierre.
Y si no las encuentra pronto, tendrá que devolver la reliquia a la región de Castilla y León, donde nació la famosa religiosa (Ávila, 1515), así que hace un llamamiento para que dos nuevas hermanas se incorporen «cuanto antes», ya sean de España, Latinoamérica o cualquier lugar del mundo.
Tras una celosía situada en el interior de este convento de clausura, sor Jennifer cuenta a EFE que hace apenas dos años eran nueve monjas en esta congregación de Ronda, pero tras la pandemia de la covid-19 y varios fallecimientos repentinos en los últimos meses, ya solo quedan cuatro hermanas y una de ellas con Alzhéimer.
Esta situación es «irregular», según una exhortación del papa, que establece que en las congregaciones de clausura debe haber al menos seis monjas.
Sor Jennifer precisa que el Vaticano no les ha dado un plazo concreto para encontrar dos hermanas más, pero sí les han advertido de que es una situación que no puede «permanecer en el tiempo».
El futuro de la mano de Santa Teresa, en el aire
Este convento de las Carmelitas cuenta, entre sus tesoros, con la mano izquierda incorrupta de Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, que las monjas cuidan con «el amor de unas hijas a su madre».
Ya en el interior de la iglesia de la Merced, situada junto al convento, sor Jennifer explica, orgullosa, que custodian esta reliquia desde 1924, año en el que abrió el convento.
Explica que, en 1936, cuando comenzó la Guerra Civil española, unos milicianos republicanos se la llevaron.
Meses después, unos militares del bando sublevado contra el Gobierno de la República la encontraron en una casa de la ciudad de Málaga, a unos cien kilómetros de Ronda, y se la enviaron al jefe de las tropas rebeldes, el general Francisco Franco, quien, tras haber ganado la contienda en 1939, gobernó España como dictador hasta su muerte en 1975.
El dictador la conservó como un tesoro -incluso, un amuleto- hasta su muerte, en 1975. Fue entonces cuando la viuda la devolvió al convento de las Carmelitas de Ronda.
Con esta reliquia del siglo XVI entre las manos, detalla que les entristece que, si finalmente se cierra el convento, se verán obligadas a devolverla a un convento de Castilla y León, porque fue la condición impuesta bajo supervisión notarial en 1924.
«Es una pena porque todos los días viene gente a ver y a pedirle milagros a la mano. Acuden muchos fieles de Polonia o Rusia, pero también de Corea o de Irak», precisa la monja, quien añade que también son turistas que fomentan la economía de la zona.
Según comenta la priora, ya han llamado varias mujeres jóvenes para interesarse por la situación y entrar en el convento, pero no es lo que necesitan en este momento.
Aclara que las monjas que buscan deben tener experiencia previa porque su convento está «en riesgo de caerse» y no pueden invertir tiempo en formarlas.
«Nos llaman algunas diciendo que creen que tienen vocación, pero yo las mando a otros conventos. Cuando hayamos apuntalado el edificio, lo embellecemos con nuevas vocaciones, pero antes tenemos que apuntalarlo porque, si no, tendremos que cerrar», asegura.
La falta de vocaciones, una situación generalizada
Como detalla sor Jennifer, la falta de monjas no es un problema exclusivo de su comunidad, sino que es una realidad a la que se enfrentan cada vez más conventos.
«Yo ahora soy la cara de esta historia, pero es una situación generalizada. Por eso este llamamiento es para toda la vida religiosa, porque todas lo necesitamos. Nos preocupa la situación porque apenas quedan vocaciones», advierte.
No obstante, asegura que mantienen la esperanza de que, gracias al eco mediático -las ha entrevistado incluso la BBC-, alguna monja que resida en España, Latinoamérica o en cualquier país del mundo conozca su historia y se traslade a su convento para evitar, así, el cierre.
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