Un signo de cuán maleado está el sentido común en nuestra sociedad es que rabiosos ignorantes y otros con acceso a redes sociales dedican un empeño asombroso a despotricar contra quienes opinen de manera distinta a lo que creen es su verdad absoluta.
Aparte de insultar en vez de razonar, estos cacoerrolas inveterados creen que, atribuyéndole interés dinerario u otro motivo oculto o corrupto, la opinión contraria queda descalificada. ¿Y cómo se vaciaba esa gente de tanto veneno y pus espiritual antes del advenimiento de las redes sociales?
Puede constatarse en los medios digitales que la mayoría de quienes ejercen esa asquerosa desfachatez son quienes gritan “¡trampa!”, ¡sin haberse contado un voto!, atacando una JCE que entidades prestigiosas reconocen como honesta y bien intencionada. ¡Que llegue pronto el lunes!
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