Redacción internacional.- En abril de 2023, comenzó la pesadilla para la familia de Jessie Peterson. La joven de 31 años con un historial de diabetes tipo 1, fue ingresada en un hospital en Sacramento, California, tras sufrir un episodio diabético. Dos días después, Jessie llamó a su madre para pedirle que la recogiera, pero esa fue la última vez que la familia escuchó su voz. A partir de ese momento, comenzó un raid de confusión y dolor: Jessie desapareció sin dejar rastro, y las autoridades hospitalarias aseguraban que había abandonado el centro por su cuenta.
Lo que siguió fue un año de incertidumbre para la familia, que buscó a Jessie incansablemente. Cuando la madre deJessie intentó volver a comunicarse con el hospital, le informaron que no había ninguna paciente con ese nombre. Ante la insistencia de Ginger, finalmente le dijeron que su hija había dejado el hospital en contra del consejo médico.
Lo que Ginger no sabía en ese momento era que Jessie había fallecido apenas dos horas después de esa última llamada, y que el hospital nunca le notificó a la familia sobre su muerte. El cuerpo de la joven yacía olvidado en una morgue.
Este error fatal, que privó a la familia de la oportunidad de despedirse adecuadamente y de obtener respuestas sobre su muerte, es ahora el centro de una demanda multimillonaria contra el hospital.
Tras la muerte de Jessie Peterson, su cuerpo fue trasladado a una morgue cercana el 9 de abril de 2023, donde quedó almacenado en una cámara frigorífica, en el estante rojo 22 A.
Mientras tanto, la familia de Jessie comenzó una desesperada búsqueda. Presentaron un informe de persona desaparecida, difundieron su fotografía por toda la ciudad e incluso lograron que su nombre apareciera en el sitio web del Departamento de Justicia de Estados Unidos para personas desaparecidas. Recién un año después, en abril de 2024, cuando un detective de la Oficina del Sheriff del Condado de Sacramento se comunicó con la familia para informarles que se había emitido un certificado de defunción para Jessie… Para entonces el cuerpo de Jessie ya estaba tan descompuesto que no fue posible realizar una autopsia, lo que privó a la familia de la oportunidad de conocer las verdaderas causas de su muerte.
Con el dolor acumulado por la pérdida de Jessie y la incertidumbre sobre lo sucedido, la familia decidió tomar medidas legales contra el hospital Mercy San Juan Medical Center y su administrador, Dignity Health. La demanda, presentada en abril de 2024, acusa al hospital de negligencia, manejo negligente de un cadáver, imposición negligente de angustia emocional y violación del Código de Salud y Seguridad de California. La familia de Jessie reclama 25 millones de dólares en compensación por los daños sufridos.
En la denuncia, se detalla cómo el hospital falló en notificar a la familia sobre la muerte de Jessie, a pesar del contacto previo y de que su madre, Ginger Congi, estaba registrada como pariente más cercana. Además, el hospital es acusado de haber extraviado el cuerpo de Jessie durante un año entero, lo que imposibilitó la realización de una autopsia para determinar si hubo algún tipo de negligencia médica en su fallecimiento.
El portavoz de Dignity Health se limitó a expresar sus condolencias a la familia, pero no ofreció comentarios sobre el litigio pendiente. La falta de respuestas claras y la negligencia alegada han dejado a la familia de Jessie sumida en la incertidumbre y el dolor, enfrentándose ahora a un proceso legal en busca de justicia por lo que consideran un trato inhumano y desconsiderado hacia su ser querido.
El impacto de la desaparición y muerte de Jessie Peterson sobre su familia ha sido devastador. Durante un año completo, su madre y hermanas vivieron en una angustiosa incertidumbre, sin saber qué había sido de Jessie. La familia, que la había buscado incansablemente, finalmente se enfrentó a una dolorosa realidad: Jessie había muerto en el hospital, y su cuerpo estuvo almacenado sin que ellos lo supieran.
La falta de comunicación del hospital y el descubrimiento tardío del cuerpo impidieron que la familia pudiera darle un funeral adecuado, con la dignidad que merecía. Debido al avanzado estado de descomposición del cuerpo, no fue posible realizar una autopsia, lo que dejó a la familia sin respuestas sobre las circunstancias exactas de su muerte. El abogado de la familia, Marc Greenberg, expresó que para los seres queridos de la víctima, es casi imposible no pensar en ella como un cuerpo olvidado en una bolsa para cadáveres, en lugar de recordarla por la persona que fue.
Jessie Peterson llevaba una vida marcada por desafíos de salud desde una edad temprana. Diagnosticada con diabetes tipo 1 a los 10 años, Jessie tuvo que enfrentarse a complicaciones médicas recurrentes a lo largo de su vida. Había sido hospitalizada en numerosas ocasiones, aproximadamente 20 veces, debido a complicaciones relacionadas con su enfermedad. En los meses previos a su fallecimiento, Jessie fue ingresada en el hospital dos veces más por problemas de salud derivados de su diabetes, antes de ser admitida por última vez el 6 de abril de 2023, donde su vida terminaría trágicamente.
Además de sus problemas de salud, Jessie también luchó contra la adicción y la falta de vivienda, situaciones que complicaron aún más su vida. Estas dificultades añadieron una capa de vulnerabilidad que, según su familia, podría haber influido en el trato que recibió en el hospital. A pesar de estos desafíos, Jessie mantenía una estrecha relación con su madre y hermanas, quienes estuvieron en constante contacto con ella y actuaban como su principal apoyo.
La combinación de sus antecedentes médicos y las dificultades personales de Jessie subraya la complejidad de su situación y la posible negligencia que podría haber contribuido a su fallecimiento. Esta situación ha dejado a su familia con muchas preguntas sin respuesta y un profundo dolor por la pérdida de una vida que, aunque llena de desafíos, también estaba marcada por el amor y la cercanía familiar.