Redacción internacional.- «Si tienes animales, niños o necesitas más tiempo para evacuar, este es el momento de irte». Así avisó la alcaldía a los vecinos de Rancho Palos Verdes, una exclusiva ciudad del condado de Los Ángeles, el 31 de agosto.
En el comunicado compartido en la red social X (antes Twitter) las autoridades municipales aclaraban cuál es la diferencia entre una advertencia y una orden de evacuación, y zanjaban: «Recuerda que no tienes que esperar a ser evacuado. Si te sientes inseguro, VETE».
Los habitantes de la ciudad, situada unos 40 kilómetros al sur del centro de Los Ángeles y formada en su mayoría por mansiones construidas sobre acantilados con vistas al océano Pacífico y la isla Catalina, llevan tiempo viéndose amenazados por la inestabilidad del terreno.
Pero la situación empeoró en los meses más recientes, en parte debido a las abundantes e inusuales lluvias de los dos últimos inviernos y primaveras.
«El deslizamiento de tierra se ha acelerado dramáticamente en los últimos 12 meses, con zonas en las que se está desplazando hasta 25 centímetros a la semana«, le dijo a CNN el concejal David Bradley.
«Casi puedes ver el suelo moverse».
Como consecuencia se han registrado socavones en la carretera que cruza la península, hundimientos en casas y jardines e incluso incendios. También se vio obligada a cerrar sus puertas la icónica capilla Wayfarers, diseñada por Lloyd Wright, el hijo del muy famoso arquitecto Frank Lloyd Wright.
Y este martes, ante el repetido llamado de las autoridades municipales, el gobernador de California, Gavin Newson, declaró el estado de emergencia para la zona.
La semana pasada, un poste de la luz que se cayó por los desprendimientos hizo arder una parte del bosque que rodea una de las comunidades más exclusivas, Portuguese Bend, aunque se consiguió extinguir el fuego rápidamente.
Ante ello, y mientras algunos de los 42.000 habitantes insisten en permanecer en sus multimillonarias casas, varias empresas de servicios públicos ya empezaron a tomar medidas para evitar otros posibles desastres.
Así, el domingo la compañía Southern California Edison interrumpió el suministro eléctrico a 140 hogares del lugar, y el lunes hizo llegar un aviso a otros 105, adelantando que es posible que se produzcan más cortes.
«El movimiento de tierras en la comunidad de Portuguese Bend ha creado una situación tan peligrosa que hemos tomado la muy difícil decisión de desconectar la energía indefinidamente para evitar que se provoque un incendio forestal», dijo Larry Chung, portavoz de la compañía eléctrica.
Los servicios de gas y agua también han sido interrumpidos de forma indefinida.
Ante ello, algunos residentes se quejan de la poca antelación del aviso.
«Nos están dando menos tiempo que la compañía de gas», le dijo Mike Hong al diario Los Angeles Times el sábado, asegurando que la advertencia les llegó apenas una hora antes del corte.
«Por favor, no nos abandonen».
Hace dos semanas el concejo de la ciudad votó a favor de seguir adelante con un plan piloto que incluye perforar pozos en la zona de mayor deslizamiento, para bombear el agua subterránea que lo está provocando, mientras siguen estudiando los movimientos más profundos de tierras.
«Esto es algo mucho más grande que un asunto propio del municipio, y sin la ayuda de nuestros socios del condado y a nivel estatal y federal, no podremos llegar a soluciones reales que retrasen el desprendimiento de tierras», dijo el concejal Bradley.
«Es una aceleración [del desprendimiento de tierra] que va más allá de lo que cualquiera de nosotros hubiera podido prever«, reconoció en la misma línea Janice Hahn, miembro de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, en una conferencia de prensa el domingo.
La funcionaria del organismo de gobierno del condado explicó que se reservaron US$5 millones para ayudar en casos de desastre como estos, pero que no son suficientes.
«Se requiere una mayor respuesta por parte del estado» de California, agregó. «Los vecinos están viendo sus casas, las calles de alrededor desmoronarse».
La declaración de emergencia emitida este martes por el gobernador Newson facilitará, además de la asistencia técnica, que se destinen más fondos a mitigar y prevenir los daños.
De momento la evacuación no es obligatoria, aunque las autoridades están animando a los vecinos a hacerlo.
El alguacil del Condado de Los Ángeles le dijo a la prensa que usarán drones para monitorear la situación.
Hoy por hoy son muchos los vecinos que se resisten a dejar atrás sus casas.
«Pueden mandarnos todas las advertencias que quieran. No nos vamos a marchar», le dijo Tom Keefer al diario The New York Times.
Los expertos llevan décadas advirtiendo de los riesgos de la incesante urbanización de la península, al menos desde que la expansión del bulevar Crenshaw en 1956 reactivó un sistema de antiguos deslaves subterráneos.
Hoy por hoy es uno de los mayores deslizamientos activo de Estados Unidos, que ha hecho que en los últimos años las viviendas de la zona se desplacen decenas de metros, y que la municipalidad gaste cada año en torno a un US$1 millón en reparar la carretera.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email