La difícil situación de salud por la que actualmente atraviesa el presidente de la República Boliviariana de Venezuela, Hugo Chávez, lleva a pensar en el futuro no sólo de esa nación sino de toda América Latina.
Chávez se ha convertido de alguna manera, en una especie de redentor moral y social de las grandes masas populares de Venezuela y en un soporte económico y patriótico de varios países que históricamente han sido dominados y tutelados por los gobiernos norteamericanos.
Todos los latinoamericanos que valoramos en su justa dimensión el papel que ha jugado el presidente Chávez en el actual momento histórico, estamos orando con fe y sinceridad para que nuestro Dios Todopoderoso le restaure la salud y él pueda reponerse y seguir al frente del proceso revolucionario bolivariano para beneficio de Venezuela y de todas nuestras naciones.
En el caso de la República Dominicana la actitud de solidaridad que ha mostrado el líder venezolano a través de Petrocaribe no tiene precedentes ni parangón.
Esa actitud de Chávez para con nuestra nación, ha sido uno de los elementos que nos ha permitido poder enfrentar con eficacia los grandes retos económicos de los últimos tiempos cuando los precios del petróleo a nivel mundial ha superado en varias ocasiones sus records históricos. Petrocaribe ha sido una base de apoyo crucial para navegar en las turbulentas aguas de las crisis económicas mundiales que nos han sacudido desde el 2009.
La gran inquietud que se aloja en nuestros corazones es lo que sucedería en Venezuela y en toda América si el presidente Chávez no puede continuar al frente del estado venezolano o si sucede lo peor y lo perdemos físicamente de la tierra.
La decisión que él tomó antes de entrar a la sala de operaciones de designar al vicepresidente Nicolás Maduro como su sucesor político en caso de que ocurriese lo inevitable, es una decisión correcta que lleva a evitar posibles luchas intestinas en el proceso interno de Venezuela.
El Chavismo es una gran fuerza social y política en Venezuela que aunque parezca difícil, tiene todas las posibilidades de seguir creciendo y consolidándose a pesar de que el líder no pueda seguir al frente físicamente o desaparezca.
Y aunque Nicolás Maduro no tiene el carisma ni la presencia avasallante de Chávez, todos los líderes que han estado compartiendo el poder en Venezuela están conscientes de que sólo la unificación alrededor de un eje de dirección colegiada, con visión clara, sin apetencias individuales y sin dejarse ganar por los cantos de sirena de la oposición o de los intereses norteamericanos, puede garantizar que el proceso revolucionario de Venezuela continúe cumpliendo con el rol histórico que inició Hugo Chávez.
A todos los dominicanos y latinoamericanos en general nos corresponde en este momento seguir orando con fe y convicción para que Dios mantenga vivo y saludable a Chávez y le permita seguir construyendo el sueño de Bolívar en Venezuela y en toda América Latina.
Euri Cabral
Es Comunicador y Economista
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email