Israel.- Una base militar cerca de Tel Aviv se ha convertido desde hace dos semanas en el corazón de la lucha de Israel por identificar a las víctimas de la masacre de Hamás. De los más de mil cadáveres que recibieron, especialistas forenses aún intentan identificar a unos 200 que llegaron irreconocibles, desmembrados, calcinados o incluso hechos ceniza.
Desde lejos parece un simple complejo de edificios; desde cerca, una base militar cualquiera, pero solo desde dentro se percibe, se huele, que se trata del sitio en el que el horror se personifica, con nombres y apellidos.
Tras el ataque perpetrado por el grupo islamista Hamás el pasado 7 de octubre, los trabajadores y voluntarios del centro forense improvisado en la base de Shura han recibido cientos y cientos de bolsas con cadáveres con signos de niveles de violencia que incluso se rehúsan a describir.
Hasta el momento, este equipo, integrado por médicos, policías, dentistas y peritos policiales, ha logrado identificar 784 cuerpos o fragmentos de ellos, de los cuales 688 ya han sido entregados a sus familias para ser enterrados.
Los restantes permanecen guardados en bolsas en decenas de contenedores refrigerantes que intentan demorar la putrefacción mientras los expertos recaban muestras que luego contrastan con antecedentes médicos, radiografías y cualquier información que les puedan otorgar los familiares.
«No es solo la cantidad de cuerpos que hemos recibido, que son más de mil. El problema son los cráneos, las manos, las piernas que nos llegan a diario, todos por separado«, explica Gilad Beat, miembro de la unidad de Inteligencia e Investigación de la Policía israelí, a un grupo de medios, incluida EFE, que visitó este martes la base.
«Estamos tratando de identificar los cuerpos lo más rápido posible, pero también con suma precisión, porque queremos que las familias puedan enterrar a sus seres queridos y no los restos de alguien más», agrega, visiblemente conmocionado.
Junto a uno de los contenedores abiertos, de donde emana un violento olor a podredumbre, una de las especialistas a cargo de la identificación de los cadáveres explica a EFE que, a medida que pasa el tiempo, los cuerpos llegan cada vez en peor estado, y admite que hay varios restos humanos cuya identidad difícilmente pueda ser establecida.
Ilana Engel, dentista que trabaja como voluntaria en el proceso de reconocimiento, relata cómo su equipo logró identificar los restos de una mujer de unos setenta años: «Nos llegó una caja de plástico con cenizas y algunos fragmentos de hueso. Entre ellos había un trozo de mandíbula con dos implantes y dos coronas, que fue lo único que quedó. En base a esto, logramos identificar a una mujer de unos 70 años, que fue quemada viva en el refugio de su casa y a quien su hijo buscaba desesperado desde hace días».
La joven dentista describe además cómo lograron averiguar que un cuerpo calcinado eran en realidad dos personas que murieron abrazadas mientras las quemaban, y no le tiembla la voz cuando cuenta que tuvo que analizar cadáveres de personas de todas las edades, incluidos bebés.
Estos expertos, testigos tristemente privilegiados de lo sucedido, remarcan, una y otra vez, que jamás vieron ni imaginaron que verían imágenes como las que tuvieron que enfrentar estos días, pero insisten en la importancia de ofrecer un cierre a las familias de las víctimas y de dar a conocer lo que observaron.
El ataque de Hamás, que incluyó el lanzamiento masivo de cohetes y la infiltración de más de mil milicianos, dejó unos 1,400 muertos en Israel y fue el detonante de una guerra que marca hoy su decimoctava jornada de intercambios de fuego.
El Ejército de Israel ha contraatacado desde el primer día, matando a más de 1,200 milicianos en su territorio, además de efectuar incesantes bombardeos sobre la Franja de Gaza, que han dejado más de 5,700 muertos y 16,200 heridos, en medio de una crisis humanitaria por la escasez de agua, medicinas, comida, electricidad y combustible debido a un endurecimiento del asedio israelí el enclave.
Debido a esta crisis y a la presión internacional, Israel accedió a la entrada de ayuda humanitaria a la Franja desde Egipto, algo que viene sucediendo a cuentagotas.
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