Este 12 de enero quiero elevar una oración y recordar a más de doce guardias y policías caídos en 1972 en defensa de la constitucionalidad en un enfrentamiento con cuatro asaltantes de bancos comprometidos políticamente, apoyados por la dictadura castrista, con la aventura del expresidente Caamaño para intentar una guerrilla para tumbar a Balaguer en 1973.
En actos con participación de alcaldes y ministros, un puñado de trasnochados políticos izquierdistas conmemora el enfrentamiento final del grupo llamado “Palmeros”, alegando que se trataba de un grupo de “jóvenes idealistas que procuraban libertad, progreso y defender los derechos humanos”. Ese noble propósito lo financiaban asaltando al Royal Bank, al Reservas, agencias de la Lotería Nacional, y matando militares y policías para robar sus armas.
De haber triunfado esos bandoleros, nuestro país estaría hoy como Cuba, Nicaragua, Venezuela o Bolivia, paraísos del proletariado. Presentarlos como ejemplar “resistencia heroica” ante jóvenes desinformados es una barbaridad, cuando debemos fomentar el civismo, los valores democráticos, el debido proceso y las libertades públicas. Es vergonzoso que el Gobierno celebre esto.
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