Otro fiel lector, Rèmy Boulsicat, me pregunta cuáles son las confusiones del Gobierno entre amigos y adversarios. Sugiere equivocadamente que me refiero sólo al reparto de más RD$35 millones diarios gastados en inefectiva publicidad y relaciones públicas. Pero no, esa preocupación corresponde a comunicadores, programeros o influencers sin otro oficio ni medios de vida distintos a las tetas del Erario. Los equívocos son otros mas gruesos. Por ejemplo, la DGII posee suficiente data para diferenciar algún error involuntario de la evasión intencional o culposa; es una inconsecuencia hostigar a contribuyentes ejemplares mientras otros sacan la lengua al Gobierno, peor si hay aplicación discriminatoria de la ley. ¿Cómo consensuar así una reforma fiscal? Otro caso: la incursión ilegal e ilegítima de empresas estatales en negocios o concesiones cabalmente atendidos por exitosas compañías privadas. Ese innecesario incordio trasciende hasta entidades financieras internacionales cuyo ánimo y opinión informada afecta la calificación de riesgo político del país. Hay más: las consecuencias de confiar la regulación de un negocio estratégico sin operarios sujetos al FCPA gringo pueden resolverse dinerariamente, pero igual degrada el ambiente empresarial. Dicen que pueblo chico, infierno grande; peor cuando tan chico que todos nos conocemos unos a otros casi hasta la impudicia…
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