Me alegró ver al presidente Abinader celebrar que las exportaciones en el 2021 sobrepasaron los US$12,000 millones. Demuestra el vigor del sector privado pese a la pandemia. La producción nacional evitó escaseces que afectaron otras naciones. Mientras el Gobierno se enorgullece de este logro de los exportadores, hay algunas señales preocupantes de que tanta chulería podría durar poco.
Doy tres ejemplos. Uno: ayer mismo el CONEP advirtió buscar equilibrio ante la amenaza de eliminar los aranceles dizque para combatir la inflación con productos importados, como si fuera no hubiera inflación. Dos: el principal exportador, la minera Barrick, lleva años rogando al gobierno autorizar una presa de colas para impedir un cierre de su mina de oro y plata, sin lograr respuesta oficial. Tres: la mal llamada eliminación de exenciones, que equivale a crear nuevos impuestos, para la electricidad de zonas turísticas, sin dudas aumentará los costos a hoteleros, restándoles competitividad.
Celebrar que industriales y empresarios quienes apoyan a Luis logren éxitos y, al mismo tiempo, oscurecer el horizonte, es tremenda contradicción.
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