Contraste

En un periódico del lunes vi dos crónicas sin conexión que motivan esta columna. Un hermano del expresidente Medina es juzgado por corrupción en un caso escandaloso por la injustificable lentitud del proceso pese al alud de pruebas. Enfrenta una condena de 20 años, confiscación de multimillonarios bienes y otras consecuencias penales. Recordé una declaración de Danilo, muy celebradas en su momento, afirmando que en su humilde hogar en Arroyo Cano les habían inculcado a los Medina Sánchez un estricto sentido moral y ético como antídoto preventivo contra la corrupción. En otra página, vi que al visitar Los Montones en San José de las Matas acompañado por su esposa, el presidente Abinader descubrió posibles parientes apellido Collado, a quienes les dijo sonriente: “¡Ah, pues somos primos!”. Al irse, una señora agradeció que Luis se acercara a conversar y saludarlos. Le dijo: “Gracias por ser así. No nos arrepentimos de haber votado por usted”. Creo que Abinader nunca ha debido explicar ni justificar el patrimonio ni la honradez suya ni de su familia. La vergüenza y escarnio del clan Medina Sánchez me apena mucho, pues difícilmente pasa algo en este país que los presidentes no sepan. Los sinsabores futuros se evitan actuando correctamente cuando se está arriba.