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Crisis capitalista y alternativa neo-socialista

Narciso Isa Conde.

En nuestra América y en el mundo, con la propuesta socialista, con el proyecto de sociedad socialista, ha pasado lo mismo que con la revolución:

A- Su pertinencia tiene bases reales en la existencia del capitalismo y su multi-mega crisis actualmente en expansión, en la cada vez más dramática explotación, exclusión y empobrecimiento de una gran parte de la sociedad, en la degradación moral y perversión institucional que genera su dominación.

B- Su posibilidad fue drásticamente negada por los efectos circunstanciales de la caída de la Unión Soviética y del llamado campo socialista y por el predominio temporal del “discurso único” neoliberal, que impuso en la conciencia colectiva la idea de la imposibilidad de nuevas revoluciones y nuevas alternativas al capitalismo realmente existente.

Pero en la era neoliberal la crisis del capitalismo continuó y se agravó, mientras que su reestructuración dentro de las coordenadas de ese modelo privatizador y los cambios tecno-científicos introducidos al patrón de acumulación, especulación y sobre-explotación ha provocado grados de concentración de la propiedad, de los ingresos, de las riquezas y del poder sin precedentes; dramáticamente contrastantes con el empobrecimiento de las sociedades, el deterioro y saqueo de sus recursos naturales, el auge de la delincuencia estatal y no estatal, la opresión patriarcal, la dictadura de los adultos, el racismo, la xenofobia y la degradación en todos los órdenes

Las penosas condiciones de exigencia de pueblos y naciones y su tendencia a agravarse y extenderse, en un sub-continente con una larga tradición de luchas sociales, democráticas y patrióticas como América Latina y el Caribe, han provocado nuevas modalidades de resistencia, protesta y rebeldía desde los sujetos sociales mas golpeados, empobrecidos (o en vía de empobrecerse), súper-explotados y excluidos; aun en medio de las disgregaciones, modificaciones y fraccionamientos sociales provocados por el neoliberalismo.

Tal fenómeno se ha extendido a todos los continentes, al Norte y al Sur, al Este y al Oeste, sin excluir a EEUU y EUROPA OCCIDENTAL estremecidas sus economías y sus sociedades por la peor –y más integral- crisis del sistema capitalista.

La globalización neo-liberalizada ha generado progresivamente, paso a paso y dolor a dolor, su contrapartida socio-política en una parte de los países recolonizados de nuestra América y la indignación multitudinaria en no pocas naciones del centro y la periferia del sistema.

Las luchas sociales se politizan cada vez más.

Las protestas de más en más tienden a ser acompañadas de propuestas.

La sociedad capitalista neoliberal ha creado las condiciones para pensar en una alternativa a ella que detenga el genocidio y el ecocidio, y devuelva la confianza en la posibilidad de una vida digna para los pueblos.

La conciencia anti-neoliberal ha crecido al compás de la resistencia y ha generado una fuerte tendencia a favorecer el desarrollo de la conciencia antiimperialista y anticapitalista.

Esto así porque el neoliberalismo es la nueva modalidad del capitalismo, su ideología actual y los resultados de su proceso de restructuración en las últimas décadas, la lucha contra sus efectos perversos saca a la superficie su matriz capitalista y estimula el pensamiento y la conciencia en favor del cambio revolucionario y de un nuevo proyecto de sociedad.

Por eso desde hace años se ha comenzado a hablar de la necesidad de un proyecto anti-neoliberal o de una sociedad pos-neoliberal, que viene siendo una especie de transición a una sociedad poscapitalista.

Y paulatinamente el nuevo pensamiento contestatario ha cruzado y acompañado -cruza y acompaña- las luchas contra el orden capitalista neoliberal.

¡Acción y pensamiento combinados!

Pensamiento y acción, una veces en paralelo, otras veces uno detrás y otro delante, con desniveles y desproporciones significativas, o con avances ascendente de ambos, han debilitado progresivamente la tesis de la imposibilidad de los cambios y las opciones alternativas.

  • Recuperación progresiva de un fuerte revés para abordar el reto de este siglo.

Cierto que el golpe al ideal socialista había sido contundente.

Cierto que la defensa del socialismo quedó reducida a sectores políticamente marginales o minoritarios. Pero perduró, y eso fue de gran valor e indudable trascendencia.

Y perduró con las siguientes modalidades:

1- La testimonial, nostálgica del pasado, anclada en gran medida en el proyecto socialista colapsado y en la interpretación dogmática del marxismo.

2- La innovadora, de corte revolucionario, que implica la superación del llamado socialismo real y la renovación y rearme recreación de la propuesta socialista.

Ambas corrientes han actuado a contracorriente del discurso único neoliberal.

La primera forma parte de la crítica, del combate, de la impugnación al capitalismo neoliberal; pero no genera ni fuerza ni propuesta alternativa atractiva, creíble, convocante; menos aun contrapoder, poder desde abajo, subversión innovadora, capacidad transformadora…Es una especie de semilla que alimenta pero no germina.

Las fuerzas tradicionales de la izquierda que la representan no vanguardizan, están incapacitadas de encarnar estrategia de ruptura del viejo orden y de creación del nuevo, independientemente del valor de sus luchas actuales.

Esto así porque están considerablemente limitadas para captar los cambios provocados por el nuevo capitalismo, los nuevos actores sociales, los nuevos fenómenos, las nuevas rebeldías; así como para proponer algo esencialmente diferente al “socialismo real” o “socialismo de Estado que se derrumbó al finalizar el siglo XX.

La segunda corriente es otra cosa y por eso ha venido convirtiéndose en la negación del capitalismo realmente existente y en la negación del “socialismo” estatista.

Se ha dedicado a pensar y actuar en función de posibles transiciones revolucionarias de nuevo tipo, en función de nuevas revoluciones populares y democracias alternativas, en procesos que unen inseparablemente la democracia participativa e integral a la nueva propuesta socialista, reivindicando los valores socialistas originales.

Esa nueva manera de abordar el tema ha tenido el valor de ajustar cuenta con las causas del derrumbe y/o de desarrollar un pensamiento revolucionario distante de aquellos dogmas; un conjunto de ideas y métodos heréticos, innovadores, ecuménicos, abiertos a todas las fuentes y actores capaces de contribuir a la derrota de la actual dominación capitalista.

Es una semilla que alimenta y germina, que potencia e inocula conciencia y organización a las justas rebeldías y a las luchas espontáneas, a los combates clasistas y no estrictamente clasistas de la actualidad.

Un pensamiento que se ha reproducido de lo pequeño lo grande, sin prisa pero sin pausa, hasta expandirse y multiplicarse; aunque todavía con serios déficit en la definición y reconstrucción de las nuevas vanguardias articuladas a los nuevos sujetos sociales del cambio.

Desde esa nueva reflexión se ha podido apreciar que el seudo socialismo, el llamado socialismo real (más bien irreal), había desacreditado al socialismo liberador y le facilitó a los ideólogos del capitalismo neoliberal implantar temporalmente en las masas la idea de su muerte definitiva; diferenciándose de aquel gran revés, planteando la posibilidad de un socialismo diferente, distante y distinto esencialmente en sus contenidos y en sus formas a aquellos modelos estatistas-burocráticos.

Desde esta actitud se ha venido insistiendo en recrear el proyecto revolucionario, rescatando todos los valores del socialismo original  que fueron pervertidos; incorporando otros aportes históricos valiosos, inspirándose en diversas fuentes y nuevas reflexiones surgidas de la crítica al capitalismo actual y de las nuevas y diversas rebeldías contra él: de clases, etnias, generaciones, géneros, defensores del ambiente, pueblos originarios…

Esa necesaria diferenciación ha incluido la denominación de la propuesta de nueva sociedad.

Porque hablar a secas del socialismo no resolvía el problema de la credibilidad popular respecto a la nueva propuesta. Lo ingenioso en materia de propaganda y comunicación fue distanciarse de lo que fracasó, para hacer más atractiva y facilitar la percepción popular sobre las posibilidades del socialismo.

El nombre necesitaba de un sello diferenciador del llamado socialismo real y de la socialdemocracia. Y entonces comenzó a hablarse de nuevo socialismo y del socialismo del siglo XXI o para el siglo XXI.

El honor a la verdad esto no fue un invento del comandante Chávez, ni es de factura estrictamente venezolana.

De todo esto -tanto en cuanto nuevos contenidos y a nuevas formas- viene hablándose desde que comenzaron a analizarse las causas del derrumbe aquel, e incluso desde antes de esos acontecimientos… en innumerables seminarios, foros, publicaciones, ensayos, y libros que han abordado los nuevos desafíos para las fuerzas del cambio.

El mérito de Chávez en ese aspecto, después de contribuir extraordinariamente a recobrar la confianza en la posibilidad de nuevas revoluciones, es haber hecho suya la propuesta general del nuevo socialismo, del socialismo del siglo XXI, proyectándola a escala continental y mundial, ampliando extraordinariamente el debate en torno a ella, y generando más y mejores ideas…

Y no solo. Algo de mucho valor es haber desatado en Venezuela –con proyecciones continentales y mundiales- el proceso de re-cuestionamiento del capitalismo y el debate acerca de posibilidad de la transición al socialismo en el marco de una democracia participativa e integral y de un desmonte progresivo del neoliberalismo; esto independientemente de los significativos retrasos, deformaciones evitables y estancamientos dañinos; independientemente de las muchas cosas que faltan por definir, crear, desarrollar, profundizar y enriquecer, e incluso de que, por inconsecuencias notables e indefiniciones estratégicas superables, se acentúen los riesgos de retrocesos.

Estamos en medio de la crisis de la civilización burguesa y del difícil pero imprescindible parto de las nuevas transiciones revolucionarias. La crisis marcha adelante y angustian, pese a las formidables rebeldías en desarrollo – muchas cargadas de fuertes críticas a la decadente dominación de lasa elites capitalistas y a todos sus engendros- los retrasos organizativos en la creación de contra-poder transformador.

Superarlos es el gran reto de estos tiempos.

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