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Crisis dentro y fuera del país

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Narciso Isa Conde

EEUU, centro del sistema capitalista mundial, está en crisis mayor; y el sistema capitalista  en su conjunto está inmerso en la peor y más peligrosa crisis de su historia.

En EEUU la crisis reventó en el 2008 con expresiones agudas en el campo financiero y de bienes raíces. La cúpula  del poder y la Administración Obama trataron de revertirla a través de una enorme endeudamiento público, y ésta recientemente rebrotó con expresiones mas graves después de extenderse al Norte de África y a Europa (Irlanda, Portugal, Grecia, España, con amenazas sobre Italia, Inglaterra…).

No es simplemente una de las tantas crisis cíclicas de sobre-producción, menos aun una crisis exclusivamente financiera o económica como se ha dicho. Es algo de mayor profundidad y extensión.

Esta es una crisis diferente a las anteriores. Incluso distinta a las pasadas crisis estructurales o sistémicas.

Más bien se trata de una mega-multi-crisis. De una crisis integral de la civilización burguesa: económica, financiera, de sobreproducción y sub-producción, político-institucional, militar, medio-ambiental, alimentaria, urbanística, moral…, abordada desde la globalización neoliberal y la llamada guerra antiterrorista, potenciando la voracidad imperialista para salvar el gran capital a costa de las fuerzas del trabajo, de los seres humanos y toda la naturaleza.

Y así, las consecuencias provocadas por el recetario impuesto desde las elites de los países “altamente desarrollados” (G20, el Banco mundial, FMI) y las clases dominantes-gobernante locales, han puesto en riesgo la existencia de una gran parte de la población del mundo y la vida misma del planeta tierra.

La restructuración  neoliberal y los cambios tecno-científicos, que a final de siglo XX apuntaron hacia la introducción del patrón micro-electrónico, informático, robóticas… y hacia las privatizaciones, desregulaciones, áreas de “libre comercio”, “libre flujo” de capitales, desmonte del rol social del Estado, guerras por la conquista de territorios con grandes reservas naturales, carta abierta al saqueo a cargo de sus corporaciones… han convertido la crisis estructural sistemática del capitalismo de finales del siglo XX en esta “multi-mega crisis”.

Posteriormente a su estallido en el  2008 en EEUU y al uso del endeudamiento estatal para salvar bancas y corporaciones, se ha evidenciado que ese tipo de recurso a lo sumo sirve para contener temporalmente procesos críticos, los cuales vuelven ha expresarse con más intensidad y mayor gravedad como acontece en el presente.

  • Las mismas recetas y más tensiones y rebeldías.

Recurrir a los ajustes fiscales, a los recortes del gasto social, a la eliminación de conquistas colectivas en interés de  reparar desequilibrios macro- económicos y reducir déficit, conduce a potenciar las indignaciones y convertir en multitudinaria las protestas populares, como acontece actualmente en Europa y en muchas partes del mundo, potencia las tensiones sociales y las rebeldías multitudinarias.

La “reestructuración” y la “cultura” neoliberal atrapan el capitalismo mundial, a lo que en EEUU se suma el peso de la cultura especulativa, la hegemonía del capitalismo financiarizado y la decadencia de la cultura productiva.

El capitalismo de estos tiempos no dispone de un modelo alterno al neoliberalismo dentro del sistema y el orden dominante. Por eso pese a la decadencia neoliberal  -e incluso a la admisión de ésta por una parte de sus ideólogos-  la cúpula gobernante se limita a recurrir al Estado no para cambiar el modelo sino solo para salvar el gran capital privado y reitera periódicamente sus ajustes empobrecedores contra la gran mayoría los/as trabajadores/as y contra toda la sociedad excluida y los sectores medios situados al margen del poder.

  • El país como parte del sistema.

La República Dominicana es un pedacito de ese sistema en crisis en su condición de país capitalista dependiente de bajísimo nivel de desarrollo y ubicado dentro de la cadena mundial y dentro del modelo neoliberal impuesto por la globalización en boga, gustosa y servilmente aceptado por la clase dominante-gobernante de este país.

La crisis no viene de fuera, sino que el país –situado dentro y en el curso de la crisis descrita- asume desde de sus peculiaridades, de sus formas de ejercicio tradicional del poder y sus herencias históricas, las recetas emanadas desde los centros de decisión del sistema mundial.

Eso explica un neoliberalismo criollo mezclado con corruptela, autoritarismo, caudillismo, clientelización política y gansterización de los agentes y sujetos de la partidocracia y del gran capital.

Atarse al sistema en crisis -como optar por la dependencia, por el Estado re-colonizado y corrupto y por el neoliberalismo adecuado a países periféricos- no es solo una imposición externa, sino también una determinación interna del cohollo del poder. Lo de fuera y lo de adentro se retro-alimentan y la crisis general o global del capitalismo se mezcla con la local en cada sitio y en cada vertiente.

Aquí como allá se  recurre al endeudamiento público, al recorte de gastos sociales, a los impuestos indirectos y a los ajustes neoliberales para contener la desestabilización de la macro-economía.

Por esa vía a lo sumo mejoran temporalmente los indicadores del sistema, aumentan las disponibilidades de recursos en el corto plazo y se frena efímeramente la pendiente hacia el desfonde… para meses después repuntar de peor manera.

Aquí los recursos paliativos se obtienen por la vía del FMI, el BM, el BID y la venta de bonos, con el compromiso de pagar la deuda a costa de exprimir más al pueblo. Esto de momento le podría facilitar al gobierno su gestión administrativa hasta finales del 2011; pero no más, ya que luego todo habrá de empeorarse

Eso sin contar con el impacto del repunte de la crisis en EEUU y en países de Europa, que habrá de traducirse hacia acá en disminución del volumen de las remesas, las inversiones y los ingresos por las exportaciones de bienes y  turismo.

Si le agregamos a esto la podredumbre estatal y el deterioro institucional develado en gran dimensión en los últimos meses, no es difícil pensar en perspectiva en una crisis integral cada vez mayor, acompañada de una intensa indignación popular proclive a convertirse en rebelión generalizada.

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