Todo creyente, todo cristiano tiene muy claro y seguro que sólo Dios tiene la potestad para perdonar, para justificar los pecados mediante Cristo Jesús, Señor nuestro.
Traigo esto a colación por el mandato, hace unas cuantas semanas, del papa Francisco que permitirá que los sacerdotes absuelvan “el pecado del aborto” durante el jubileo, algo que está en contra de la Palabra de Dios, porque ningún hombre, ya sea rey, emperador, primer ministro, presidente o líder religioso, puede perdonar pecados a nadie.
El aborto es un acto criminal y pecaminoso condenado por Dios. Se estima que solo en Estado Unidos, que desde que se legalizó el aborto en ese país, 50 millones de criaturas dejaron de nacer, porque fueron abortados. Las que cometen ese pecado, no solo tienen que arrepentirse, sino pedirle perdón a Dios y recibir a Cristo como su Señor y Salvador para nacer de nuevo espiritualmente.
La decisión del papa Francisco, se lee en una carta enviada al presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, y encargado de organizar el Año Santo extraordinario convocado por el pontífice y publicada el pasado domingo por la oficina de prensa del Vaticano.
«¿Por qué habla este de ese modo? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» Marcos 2:7.
«Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.» Hechos 13:39,39.
Nadie, absolutamente nadie piense o crea que un hombre por más espiritual que sea, por más autoridad que represente como líder de una iglesia o religión puede perdonar pecados.
Un desconocimiento de la verdad, la verdad única, la verdad que nos da libertad, la verdad de Cristo Jesús, el desconocimiento de esta verdad puede inducir o induce al hombre a pretender alcanzar el perdón de sus pecados por sus propios esfuerzos, aferrándose a rituales religiosos o lo que es igualmente error terrible el pensar que alguien en lugar de Dios puede justificarle sus pecados, suplantando a Dios con quien dice ser su representante.
De tal manera, que quien busca justificación a sus pecados en forma errónea, dependerá constante y permanentemente de otro hombre para lograr un supuesto perdón, pues es algo irreal, inseguro, inefectivo. No es el perdón total y completo que sólo lo da y se puede lograr en Cristo Jesús, buscándolo en forma muy personal y directa.
«Justificados, pues, por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, Romanos 5:1.
Dios perdona a los pecadores, no los pecados; pero la Biblia lo llama el perdón de los pecados. Jesús murió porque los pecados no se podían perdonar.
Sólo Dios perdona los pecados. En Marcos 2, 5-12 leemos: «Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo: – Hijo mío, tus pecados quedan perdonados. Algunos maestros de la ley que estaban allí sentados, pensaron: ¿Cómo se atreve este a hablar así? Sus palabras son una ofensa contra Dios. Solo Dios puede perdonar pecados. Pero Jesús en seguida se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó: -¿Por qué piensan ustedes así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: » Tus pecados quedan perdonados «, o decirle: » Levántate, toma tu camilla y anda? Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados. Entonces le dijo al paralítico: – A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El enfermo se levantó…, y tomando su camilla salió de allí».
Según la Biblia, la confesión de los pecados es a Dios solamente. Cuando el rey David se arrepintió de su adulterio confesó su pecado directamente a Dios. Sin sacerdote. Sin ritual. Sin sacramento. Sólo un hombre traspasado de dolor confesando su pecado ante su Hacedor.
David, en un Salmo a Dios, dijo: » Pero te confesé sin reserva mi pecado y mi maldad; decidí confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste». (Salmo 32,5).
La confesión directamente a Dios fue también la experiencia de Nehemías (Nehemías 1,4-11), de Daniel (Daniel 9,3-19), y Esdras (Esdras 9,5-10). A pesar de que él mismo era un sacerdote levítico, Esdras dijo al pueblo de Dios que se confesara «ante el Señor y Dios de sus padres» (Esdras 10, 11).
Los cristianos del Nuevo Testamento también acudimos directamente a Dios con nuestros pecados. No vamos a un juez, sino al Padre con Jesús al lado nuestro: » Hijitos míos, les escribo estas cosas para que no cometan pecado. Aunque si alguno comete pecado, tenemos ante el Padre un defensor, que es Jesucristo, y él es justo » (1 Juan 2,1).
Acudimos a Dios confiados en que él nos oirá: » Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad» (Hebreos 4,16).
Acudimos con la promesa de Dios de que él nos perdonará: » pero si confesamos nuestros pecados, podemos confiar en que Dios, que es justo, nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad » (1 Juan 1:9).
Dios te bendiga amigo lector/a.
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