Dos días antes del encuentro en Mar-a-Lago del presidente Donald Trump con mandatarios caribeños, la secretaría de prensa del gobierno estadounidense emitió un escueto comunicado que adelantaba de forma precisa los objetivos de la convocatoria: 1-Importantizar la región y estrechar aún más los lazos de amistad, colaboración en seguridad e incremento de la inversión; 2-Contrapesar la influencia de China ( o lo que Estados Unidos define como sus prácticas depredadoras); y, 3-Ampliar la presión sobre Venezuela para propiciar el fin de la dictadura de Nicolás Maduro.
A los planes de inversión en ese comunicado se le ubicaba un objetivo: sector energético.
Transcurrido la reunión, es claro que el presidente Donald Trump no se presentó a ella con las manos vacías, sino como el único presidente norteamericano con iniciativa económica para la región después de Donald Reagan, en 1984, con su plan de desarrollo e inversión para la cuenca del Caribe.
Ha declarado a los países convocados: Mancomunidad de la Bahamas, República Dominicana, Jamaica, Haití y Santa Lucía, en “estatus prioritario” para los programas de inversión que Estados Unidos lleva a cabo a través del OPIC, su canalizador de aportes financieros para programa de desarrollo.
“Estados Unidos está junto a nuestros amigos caribeños y quiere avanzar en nuestros estrechos y antiguos lazos con la región, trabajando más estrechamente en prioridades como Venezuela y centrarnos en el crecimiento económico”, escribió el asesor de seguridad nacional de Trump, John Bolton, en Twitter.
En los próximos 90 días delegaciones de alto nivel peregrinarán por la región identificando los nichos de inversión en los que se expresará la capitalización estadounidense, cosa que parece estar claramente visualizada en República Dominicana: las termoeléctricas de Punta Catalina, para las que el Estado dominicano anda en busca de socio estratégico.
Siendo RD por mucho la economía de mayor volúmen en todo El Caribe, es prácticamente la única con desarrollo económico para atesorar las grandes inversiones que conlleva la industria energética.
Estados Unidos ha estado más vinculado que nadie a todo el proceso de Punta Catalina, la empresa que preparó la licitación, la que ha fabricado la planta, la que suple el carbón y la que ayudará a establecer el valor de la empresa y la normativa para la incorporación de un asociado al Estado, todas made in USA.
El sector eléctrico también es atractivo para la inversión china, que ha expresado su intención de financiar la rehabilitación de las redes para evitar las grandes pérdidas que enfrenta el sector por concepto de energía que nadie aprovecha.
Aunque no se haya hecho mención pública de ese tema un punto concreto de interés de los Estados Unidos es la modificación de la ley dominicana de compra y contrataciones públicas, para que sus inversionistas pueden licitar en un terreno de mayor transparencia y menos discrecionalidad de los incumbentes.
Sobre la suerte de Nicolás Maduro y su camarilla a RD no se le puede pedir más: ha cerrado filas sin ninguna vacilación con los países que han declarado ilegítimo el gobierno chavista y que han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como presidente interino.
Dos de los invitados a este encuentro: Jamaica y Santa Lucía, se habían mantenido en una posición de tácito respaldo al régimen madurista, posición en la que difícilmente se mantengan después del encuentro con Trump, porque se estarían marginando a cambio de nada.
Socio principal ha llamado a conversar y ha sido correcto corresponder.
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