Cuando la Junta Central Electoral (JCE) comience a informar los resultados electorales el domingo 15 en la noche, habrá que ponerle especial atención a la provincia de Santiago, pues lo que suceda en ella puede indicar quién será el ganador en las elecciones presidenciales. De las cinco demarcaciones más grandes del país –Santo Domingo, Distrito Nacional, Santiago, San Cristóbal y La Vega- la única que perdió el candidato Danilo Medina frente al candidato Hipólito Mejía en las elecciones de 2012 fue precisamente Santiago. El segundo obtuvo una ventaja de 2.49 puntos, lo que en términos absolutos representó una diferencia de 11,131 votos a su favor. Si Luís Abinader no puede mantener en su columna la única provincia numéricamente importante que ganó Mejía en esas elecciones, mucho más difícil se le haría revertir los resultados de las otras demarcaciones con mayor número de electores.
Estas cinco demarcaciones representan en las elecciones de este año el 51.56 por ciento del electorado a nivel nacional. De estas, Medina venció a Mejía en las elecciones de 2012 con 13.24 puntos por encima en el Distrito Nacional; con 10.64 puntos en la provincia de Santo Domingo; y con 9.16 puntos en San Cristóbal. Si Medina gana de nuevo estas demarcaciones, lo cual se proyecta como tal dado el fuerte apoyo que tiene entre jóvenes y mujeres en los centros urbanos, y si agrega un triunfo en Santiago, entonces Medina estaría materializando el 15 de mayo la ventajosa victoria que las encuestas más acreditadas, especialmente las que auspician medios de comunicación como Diario Libre, Hoy y Noticias SIN, han proyectado.
Las próximas diez provincias en función del número de electores representan el 25 por ciento del electorado. De esas Medina venció a Mejía en cuatro de ellas –San Pedro de Macorís, Espaillat, San Juan y La Romana-, mientras que el segundo venció al primero en seis –Puerto Plata, Duarte, Azua, La Altagracia, Monseñor Nouel y Peravia-. Para que Abinader pueda ser realmente competitivo tendría que agregar a su columna algunas de estas provincias que ganó Medina en el
2012, lo cual luce poco probable dado el hecho, por ejemplo, que esta vez Amable Aristi Castro está apoyando la reelección presidencial, lo que proyecta un triunfo en La Altagracia por parte de la candidatura de Medina. En cuanto a las siguientes diez provincias en tamaño del electorado, las cuales representan el 13.56 por ciento del electorado, Medina y Mejía ganaron cinco cada uno. Las restantes provincias apenas representan el 4.3 por ciento del electorado nacional.
Para cambiar este cuadro electoral en el que la candidatura presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) parte con una clara ventaja en la mayoría de las grandes demarcaciones electorales, un triunfo de la candidatura del Partido Revolucionario Moderno (PRM) necesitaría como condición indispensable un colapso de las simpatías electorales de Medina en dichas demarcaciones, lo que no se ha producido, o una propuesta opositora llamativa y aglutinante, lo que tampoco ha sucedido. Las encuestas indican más bien que Medina, además de mantener la ventaja en las demarcaciones que ganó en el 2012, podría ganar provincias que estuvieron en la columna de Mejía en las elecciones pasadas. Hay indicaciones, por ejemplo, de que el voto rural podría volcarse hacia Medina, lo que dejaría a Abinader sin uno de los bastiones electorales con que contó Mejía en el 2012.
Dado este contexto, se pueden considerar tres escenarios de cara al 15 de mayo: el primero, altamente improbable, sería un triunfo de Abinader en primera vuelta, hipótesis que han manejado ciertas firmas encuestadoras y voceros de esa candidatura; el segundo, igualmente improbable, sería que Abinader y otros candidatos opositores suban lo suficiente como para forzar una segunda vuelta, pero no hay indicaciones objetivas de que este sea el caso pues en esta última etapa de la campaña electoral no ha sucedido nada realmente impactante que haya provocado una caída pronunciada en las simpatías de Medina ni, tampoco, un ascenso exponencial del apoyo a favor de Abinader; y el tercero, altamente probable, es que Medina gane en primera vuelta, especialmente debido al apoyo en los grandes centros urbanos.
La competencia electoral en los niveles congresual y municipal obedece a otras lógicas, por lo que no necesariamente habrá un reflejo exacto en dichos niveles
de lo que ocurra a nivel presidencial. En lo que respecta al Senado, la división de la oposición favorece al PLD pues solo se necesita la mayoría simple para ganar los escaños. Si la oposición se hubiera unificado en las diferentes provincias, esta hubiera podido ser mucho más competitiva y producir un cambio importante en la composición de dicho órgano. En cuanto a la Cámara de Diputados, en cambio, el carácter proporcional de la asignación de los escaños hace pensar que si bien el PLD está llamado a mantener su mayoría, la oposición deberá tener una importante representación en esa cámara legislativa.
En el plano municipal la competencia tiene sus características propias dada la relación más cercana de la gente con sus autoridades municipales, lo que hace que factores locales jueguen un papel de primer orden en la decisión del electorado, por lo que no necesariamente lo que suceda en el nivel presidencial se reflejará de manera exacta a nivel municipal. Un dato interesante a analizar después de las elecciones es cuántos alcaldes resulten electos de partidos distintos al candidato presidencial que resulte triunfador en esas demarcaciones. Una competencia que genera particular interés es la de la Alcaldía del Distrito Nacional, en la que el PRM ha presentado una candidatura que ha calado en amplios círculos de las clases medias en las que el PLD ha sido dominante en los últimos procesos electorales. En cambio, el PLD ha presentado una candidatura en Santiago de los Caballeros que podría darle el triunfo en la Alcaldía de ese municipio por apenas segunda vez en la historia de ese partido.
Por supuesto, la última palabra la tiene el soberano, el pueblo, por lo que solo después que se cuenten los votos se podrá saber cuáles encuestas y cuáles análisis se aproximaron más a la realidad. Solo es posible hablar de tendencias y proyecciones, nunca de certezas o predicciones incontestables, ya que las contingencias y los imponderables son elementos consustanciales a la política y a la competencia electoral democrática.
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