Shlomi (Israel).- Tras extenderse la violencia de Gaza a la frontera con el Líbano con intercambios de fuego diarios y varios muertos, Israel comenzó este lunes a evacuar 28 localidades de la zona. Muchos ya se habían ido, otros abandonaron hoy sus casas y algunos están decididos a quedarse para defender sus comunidades y no mostrar debilidad al enemigo.
En el pequeño pueblo de Shlomi, a menos de dos kilómetros de la frontera, hay más refugios antiaéreos abiertos que casas habitadas.
La gran mayoría de sus 7.000 habitantes abandonó sus hogares durante la última semana en el marco de una fuerte escalada de las hostilidades en la frontera, que marca hoy su noveno día consecutivo de ataques cruzados y amenaza con desencadenar un frente bélico adicional al sangriento conflicto entre Israel y las milicias de la Franja de Gaza.
«Desde hace días que suenan las alarmas y también hay sospechas constantes de drones y de infiltraciones de terroristas», explica a EFE Albert Cohen, mientras su esposa termina de cargar las maletas en el vehículo que los llevará a un hotel en Jerusalén, pagado por el Estado para incentivar la evacuación.
«Estoy abatido», reconoce dolido por abandonar su hogar, atemorizado por una posible guerra con la milicia chií libanesa Hizbulá y la herida aún abierta por la masacre perpetrada el pasado 7 de octubre por Hamás.
Cohen se ha convertido así en uno de los 10.000 israelíes que acataron hoy la instrucción del Ejército de evacuar las comunidades ubicadas en un radio de hasta dos kilómetros de la frontera.
A metros de su vivienda, un grupo de residentes decidido a quedarse se ha reunido en un minimercado, el único comercio del pueblo que permanece abierto y cuyo dueño se niega a cerrar hasta que le obliguen.
Sentados a su puerta y entre sorbos de cerveza, tres hombres discuten detalles de las dos guerras anteriores con el Líbano, en 1982 y 2006. Poco después se suma otro, un beduino de una aldea cercana donde las autoridades han recomendado la evacuación y donde no quedan comercios abiertos.
«No podemos abandonar el lugar en el que nacimos y crecimos, en el que permanecimos tantos años de guerras, de tantas alertas, de terroristas y cohetes», señala a EFE Hanania Goslan, de 62 años y cuyos tres hijos fueron llamados al Ejército como reservistas.
Abandonar su hogar en un momento así sería mostrar debilidad ante Hizbulá: «No voy a permitir que mi enemigo sienta que estoy débil, porque yo creo en nuestro Ejército y creo en nuestro gobierno».
Para Ahmud, el beduino que vino a hacer la compra, la prioridad es defender a su pueblo y su comunidad. En Aramshe, donde vive, se registró el incidente más sangriento desde el comienzo de las hostilidades en la frontera, cuando una célula de milicianos de la Yihad Islámica cruzó la valla y se enfrentó con un grupo de soldados israelíes, que sufrieron tres bajas.
«La guerra se siente en el aire, se huele y se oye», dice Ahmud a EFE, al tiempo que enfatiza la necesidad de quedarse en su pueblo para ayudar a las fuerzas de seguridad: «De mi casa, solo me sacan al cementerio».
Previo a la instrucción de evacuación de este lunes y en respuesta al lanzamiento de misiles antitanque desde el Líbano, el Ejército dispuso ayer que todas las comunidades a una distancia de hasta cuatro kilómetros de la frontera pasaban a ser zona militar cerrada.
Recorriendo comunidades del área se observan decenas de blindados, ambulancias militares e incontables puestos de control con soldados armados hasta los dientes.
Residencias dentro de algunas de estas comunidades han sido ocupadas por reservistas listos para el combate y algunos han montando incluso pequeños campamentos.
Múltiples vecinos consultados describen que jamás han visto tal presencia castrense en la zona, incluso durante la guerra de 2006.
El intercambio de fuego en la frontera, que representa el mayor pico de tensión desde aquel conflicto, comenzó el domingo de la semana pasada, un día después de que un ataque sorpresa desde Gaza por parte del grupo islamista palestino Hamás desencadenara una nueva contienda en la región.
Desde entonces, Hizbulá y milicias palestinas en el sur del Líbano han lanzado decenas de proyectiles hacia Israel y llevado a cabo intentos de infiltración en comunidades fronterizas. En respuesta, el Ejército israelí ha bombardeado múltiples objetivos tanto de la organización chií como de otras milicias.
Hasta el momento, al menos 17 personas han fallecido en estos incidentes: 12 de ellos en el Líbano y cinco en Israel.
«Tenemos un mensaje para Irán y Hizbulá: no nos pongan a prueba en el norte. No repitan errores del pasado, porque el precio que pagarán será mucho peor», amenazó hoy el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras el lanzamiento por parte del grupo libanés de un nuevo misil antitanque contra Israel, que respondió con artillería.
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