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Desborda mi capacidad cristiana

@lilliam fondeur

Aunque por igual todas y todos vamos al hoyo, no es cierto que seamos iguales.   Elena nació en el batey de Tamayo 1966, su madre preparaba comida para los  trabajadores de la caña, su vida ha transcurrido en la cocina.   Sus padres llegaron a  este lado de la isla cuando el “jefe” gobernaba.

No hubo tiempo para Elena ir a la escuela, la necesitaban en el fogón. Cuando ya no querían la caña, ella salió a la capital a buscarse el peso.  Los viejos ya estaban achacosos y Elena dejó a Diana, su princesa para cuidarlos.

Mientras Elena doblaba el lomo de sol a sol, su hija que nació en 1993 asistía a la escuela pública y luego a la de las monjas.  Mi hija es muy buena estudiante, siempre sale en cuadro de honor, y los sábados viaja a Barahona a estudiar inglés.  Me mato por ella, vivo para que ella no malpase, repetía Elena.

Antes de terminar el bachillerato esta mujer  trabajadora decide traer su hija a la ciudad, -es que en el batey de Tamayo solo hay droga, prefiero tenerla cerca-.  Gracias a las buenas relaciones de Elena con la iglesia, de forma innegable asiste a la misa y cuando hay verbenas  prepara las comidas, Diana entra a una escuela de monjas.

A pesar de vivir a la orilla del río, la ciudad y la escuela despertaron en ella, el apetito del conocimiento. Diana estudiaba para no ser cocinera.  Yo voy a ser alguien, se repetía.

Mientras su madre preparaba la  comida, con la frescura de la juventud Diana me dijo: “Voy a estudiar  física cuántica, me dedicaré a investigar los átomos de Higgs”. Su pregunta superaba mi capacidad.

Me echó un discurso que no tuve más que creerle. Las partículas de Higgs explican por qué existe la masa de las partículas elementales. Si el electrón, por ejemplo, no tuviera masa no se formarían los átomos y sin átomos no existirían ni estrellas, ni planetas ni personas. Verás,  sabremos mejor  cómo funciona el universo y yo formaré parte de esas investigaciones.

Elena llegó inconsolable, no sabe qué hacer para que su hija pueda entrar a la universidad. No le quieren dar la cédula porque con la nueva Constitución Diana ya no es dominicana. “Dios, si no somos dominicanas, ¿de dónde somos?” repite llorando.

Le  retumban las palabras de su madre: “Este mundo es  de ellos, trata de no meterme en problemas”, así lo he hecho desde que nací, pero que mi princesa no pueda estudiar desborda mi capacidad cristiana.

www.lilliamfondeur

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