REDACCIÓN. – El 1ro de octubre es el Día Internacional de la Hepatitis C, una celebración que nació debido principalmente a que en el mundo existen más de 170 millones de personas que la padecen, lo que la convierte en el virus más común de hepatitis que se puede transmitir y contagiar, si no se conoce su padecimiento o no se toma el tratamiento adecuado.
Realmente el 1 de octubre es una fecha caída en desuso desde la proclamación oficial por parte de la OMS del Día Mundial contra la Hepatitis Vírica que se celebra el 28 de julio.
La principal razón por la que el virus de la hepatitis C se encuentre tan diseminado por el mundo, es que este se puede contagiar a través de relaciones sexuales sin protección, por inyectarse alguna sustancia en el cuerpo con una jeringa, por tratar una herida o hemorragia teniendo un corte en el cuerpo o incluso, realizándose un tatuaje o tratamiento estético en un lugar poco adecuado.
La hepatitis C es una variante del virus de la hepatitis, que se contagia por medio de la sangre, es decir, cuando la sangre de un portador de la enfermedad entra en contacto con la sangre de una persona sana. Se trata de una dolencia del hígado que puede ser aguda o crónica y cuya gravedad varía entre una dolencia leve de solo algunas semanas a una grave, con secuelas de por vida.
En un principio la única manera de detectar es virus, es por medio de un análisis de sangre, pero con el paso del tiempo la enfermedad va agudizándose produciendo una inflamación en el hígado que puede terminar desencadenando una cirrosis o incluso cáncer hepático.
Por lo general el periodo de incubación de la hepatitis C, puede variar de entre 2 semanas hasta 6 meses, y durante ese tiempo, la persona infectada puede ir presentando los siguientes síntomas:
Fiebre.
Cansancio.
Inapetencia.
Nauseas.
Vómitos.
Dolor abdominal.
Dolores articulares.
Y coloración amarillenta en piel y ojos (ictericia).
La OMS recomienda que a toda persona mayor de 12 años que presente hepatitis C en su organismo, se le trate como si fuese un caso grave o crónico, por lo que se le debe suministrar un tratamiento con antivíricos de acción directa (AAD) pangenotípicos, que es el tratamiento adecuado para aquellos que han desarrollado cirrosis producto del virus.
En la mayoría de los casos este tratamiento cura por completo al paciente y su duración varía entre 12 a 24 semanas, dependiendo de lo aguda que sea la patología.
También hay casos en que el mismo sistema inmune de la persona destruye por completo el virus sin necesidad de ningún tipo de tratamiento, pero las estadísticas de estos casos son muy reducidas porque la persona suele no enterarse de que en algún momento tuvo el virus (VHC) en su cuerpo.
En la actualidad no existe ninguna vacuna contra la hepatitis C aunque la investigación en este campo continua.
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