Jugar con la miseria y ahondar en la misma es común en los países subdesarrollados, de la cual no escapa República Dominicana; y es que por más que se esfuerce un gobierno para evitar las escenas que reflejan la pobreza, siempre termina imponiéndose el clientelismo.
Diciembre es el espejo de la indigencia, solo basta ver las filas de personas detrás de una tarjeta de 1,500 pesos, o buscando una funda de alimentos y hasta funcionarios repartiendo personalmente las ayudas en busca de protagonismo.
Creemos que los más necesitados deben ser auxiliados por el Estado pero de manera digna, y seamos claros, el miserable es el paternalismo estatal que año tras año refuerza un tipo de conducta vergonzosa y no aquél dominicano humilde que dura horas en una fila tratando de recibir lo que por dignidad le debe estar garantizado.
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