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Discurso íntegro del presidente Luis Abinader ante la OEA

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LUIS ABINADER, PRESIDENTE CONSTITUCIONAL RD
DISCURSO ANTE EL CONSEJO PERMANENTE OEA
WASHINGTON DC

Honorable embajadora Lou-Anne Gilchrist, presidenta del Consejo Permanente y representante de San Vicente & las Granadinas,

Excelentísimo Irfaan Ali, Presidente de la República Cooperativa de Guyana.

Excelentísima Mia Mottley, Primera Ministra de Barbados.

Excelentísimo señor Luis Almagro Lemes, secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA),

Excelentísimo señor Néstor Méndez, secretario general adjunto de la Organización de los Estados Americanos (OEA),

Representantes permanentes y alternos de los países miembros de la Organización de los Estados Americanos,

Representantes de los países observadores permanentes,

Señoras y señores,

En nombre del pueblo dominicano quiero transmitirles un saludo afectuoso.

Para mí es un honor hablar ante este Consejo Permanente en representación del gobierno de la República Dominicana en este Salón de las Américas, que desde hace 110 años ha sido testigo de las más importantes conversaciones para mantener la paz y la gobernabilidad en nuestro continente.

Aprovecho también para, con gran pesar, expresar nuestras condolencias a los estados miembros y observadores de esta organización que forman parte de la Mancomunidad de Naciones por el fallecimiento de Su Majestad, la Reina Isabel II. Su ejemplo de dedicación al servicio público será recordado por siempre.

Inicio esta intervención contándoles sobre cómo, a pesar de grandes adversidades, en nuestro país hemos producido cambios positivos y significativos para el pueblo dominicano.

Como todos los países de la región y del mundo enfrentamos los enormes desafíos que suponen los efectos de una pandemia, una guerra y del cambio climático.

Nuestro gobierno se enfocó en mitigar la expansión del virus desde muy temprano. Vacunando con agilidad logramos reducir la letalidad por la terrible enfermedad. Esto nos trajo reconocimiento y admiración, que humildemente recibimos y agradecemos. Por ejemplo, en el pasado mes de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) felicitó el desempeño y liderazgo de República Dominicana frente a la pandemia.

Mientras luchábamos para preservar la salud de los dominicanos, también nos enfocamos en reactivar la economía. En el año 2021 nuestro país alcanzó un crecimiento de un 12.3%, colocándose entre las diez economías con mayor crecimiento del mundo. Nos enfocamos en recuperar el turismo; y lo hicimos con tanto éxito, que la Organización Mundial del Turismo nos reconoció como el país número uno en el mundo en la recuperación del turismo.

Nuestros resultados son producto de un pueblo trabajador, un sector privado emprendedor, una democracia consolidada y un gobierno comprometido con enfrentar la impunidad y la corrupción.

Recientemente promulgamos una Ley de Extinción de Dominio que permitirá recuperar en favor del Estado dominicano los bienes adquiridos en acciones ilícitas fruto del narcotráfico, la corrupción y otros crímenes graves.

No obstante, estos y otros avances que hemos logrado, es preciso abordar de manera responsable los desafíos que se nos presentan como país y como región.

República Dominicana enfrenta a nivel interno una situación singular, única en todo el hemisferio. Nos referimos al impacto que, sobre nuestra economía, nuestra seguridad, y nuestra estabilidad social genera la prolongada crisis en la República de Haití.

Los efectos de la crisis multidimensional en ese país desbordan nuestra capacidad individual y constituyen una amenaza a la estabilidad y a la seguridad de toda la región.

Para República Dominicana, es una cuestión de seguridad nacional. Quiero repetirlo para que se grabe en la memoria de esta solemne sesión en el Salón de las Américas: la crisis que desborda las fronteras de Haití es una amenaza para la seguridad nacional de República Dominicana.

Es imposible negar el peligro que representa que un Estado no tenga el control y monopolio de la fuerza sobre su territorio. Nos enfrentamos a la posibilidad real de que bandas criminales que operan en Haití intenten transgredir la integridad territorial y traten de alterar el orden y seguridad ciudadana en nuestro país.

Hace mucho tiempo que el tránsito de personas y mercancías desde nuestro país hacia Haití ha sido extremadamente riesgoso.

Nuestro gobierno está haciendo y hará todo cuanto esté a su alcance para garantizar la paz y la seguridad de nuestros ciudadanos y todas las personas bajo nuestra jurisdicción.
Es por ello, que hemos iniciado la construcción de una verja perimetral en las áreas más vulnerables y sensibles. Además, hemos tomado medidas para prohibir el ingreso a nuestro país de individuos asociados a estos grupos, y a quienes de manera deliberada atentan contra nuestra estabilidad.
En el ámbito multilateral, República Dominicana aboga por mandatos robustos de la comunidad internacional que permitan a las autoridades haitianas tener la asistencia y cooperación para superar la violencia y sus causas de manera urgente, fortaleciendo las capacidades de su Estado, lo cual, lamentablemente no ha sido posible hasta el momento.

Es por ello, que hacemos un llamado a que esta Organización y su Secretario General jueguen un papel relevante en alcanzar los objetivos establecidos en la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, número 2645 del 15 de julio de este año. En ella, se reconoce y legitima el papel crucial que desempeñan los países vecinos, las organizaciones regionales y subregionales, incluyendo esta Organización de los Estados Americanos (OEA).

¿Cómo puede la OEA colaborar?

Primero: Haití ha solicitado cooperación para mejorar la seguridad de ciertas infraestructuras críticas, especialmente sus puertos y aeropuertos. República Dominicana ha acompañado este interés y ha respaldado todas las iniciativas que desde la Comisión Interamericana de Puertos se han concebido para materializar este objetivo. Hasta ahora, se ha logrado muy poco; esta es una acción urgente y se deben redoblar los esfuerzos.

Segundo: La Organización de los Estados Americanos (OEA) debe asistir en la creación mecanismos y capacidades relativas al control de armas y municiones que llegan a manos de las organizaciones criminales. Este tema es critico y se encuentra entre los párrafos operativos de la resolución 2645 del consejo de seguridad de la ONU.

Tercero: Que la OEA, coordine con países miembros y la ONU, la capacitación, entrenamiento y suministro controlado de las fuerzas de seguridad pública, es decir la Policía Nacional Haitiana.

Cuarto: Tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan, es preciso colaborar con las autoridades haitianas para organizar un proceso electoral que dé como resultado un gobierno y autoridades electas con liderazgo, legitimidad y respaldo popular. La OEA debe continuar desempeñando acciones fundamentales en pro de unas elecciones democráticas, una de ellas es dotar de un adecuado registro civil a toda la población haitiana.

Señoras y señores,

Permítanme referirme ahora a nuestras expectativas sobre el rol de la comunidad internacional en cuanto a la situación de seguridad.

República Dominicana participó del proceso de discusión y negociación de los términos del mandato de la misión política de las Naciones Unidas que se instaló en Haití en el año 2020. Desde la salida de la Misión de la Estabilización de la ONU, insistimos en la creación de mandatos multidimensionales fuertes, financiados de manera apropiada y que atendieran de manera prioritaria las necesidades definidas por las autoridades haitianas.

Dos años como miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU no fueron suficientes para lograr comprensión plena de la urgencia. El resultado de esta incomprensión es la crisis que estamos viendo hoy. Saludamos el trabajo que actualmente realizan desde ese órgano, dos Estados miembros de esta organización: Estados Unidos Mexicanos y Brasil. Su participación entusiasta y decidida es fundamental y aquí quiero reconocerlo.

Señor Secretario General,

Hace apenas unas semanas recibimos su informe sobre la situación en Haití.

Cargadas de realidad, sus palabras se hicieron eco de un sentir colectivo que antes nadie había capturado de manera tan sucinta. Ahora es el tiempo de las acciones, de nuclear los esfuerzos y de impulsar procesos transformadores. Nos consta su esfuerzo y las gestiones que en favor de Haití usted viene realizando.

También somos conscientes de lo que muchos de los países aquí reunidos a lo largo de los años hemos dispuesto en recursos humanos, económicos y técnicos para asistir en materia humanitaria, recuperación ante desastres naturales y de seguridad al pueblo haitiano.

Entonces, ¿Qué ha faltado? Esa es la conversación que debemos tener.
República Dominicana solicitó, y así se ha decidido, que la próxima Asamblea General de la OEA dé pasos en este sentido, y desde allí se creen las bases para un intercambio constructivo y fluido con el gobierno haitiano, la Organización de las Naciones Unidas, y todos aquellos que tengan el deseo y la voluntad de cooperar y asistir.

Haití no puede esperar más: Su situación actual la podemos definir como «Una Guerra Civil de baja intensidad». Debemos actuar con responsabilidad y se debe actuar ahora. Una vez más, República Dominicana tiene la necesidad y el deber de reiterar que la más duradera y robusta respuesta a la crisis haitiana debería venir de los haitianos. Abogamos y deseamos que así sea, pero cada vez vemos más lejana la posibilidad de entendimiento y consenso en esa vecina nación.

Distinguidos representantes.

Si las Américas es una zona de paz, como dije hace un rato, se debe en gran medida al sistema interamericano, cuya columna vertebral es esta organización. La OEA tiene hoy tanta vigencia como hace 74 años. Nos ha permitido generar espacios de diálogo, armonizar nuestros sistemas jurídicos, fortalecer la protección de los derechos humanos y en general, crear valores democráticos compartidos.

Creo firmemente, que esta organización tiene muchos frutos más que brindar a nuestros pueblos, e invito a todos nuestros gobiernos a seguir trabajando por reformarla.

Todos nos enfrentamos a retos locales, regionales y globales, pero solo con una leal cooperación entre los Estados podremos dar respuesta adecuada a cada uno de estos problemas.

Nuestro país siempre ha ofrecido más soluciones que problemas, y en esa línea vamos a seguir trabajando: aportando, dialogando por un continente en paz, más justo, inclusivo y solidario.

Una América más próspera, justa y respetuosa de los derechos humanos, es el compromiso de la República Dominicana.

Muchas gracias y que Dios los bendiga a todos.

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