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27 Abril 2024

Disgusto ajeno

Muy distinto es el panorama posterior a la Primera Guerra Mundial en la que Estados Unidos invadió a Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Haití, en mor de prevención para que ninguno de estos países pudiera ser usado por potencias enemigas de los Estados Unidos para dirigir algún ataque. Hoy no hay esa posibilidad porque el adversario es el terrorismo que ya ha probado que para estremecer como ocurrió el 11 de septiembre 2001, puede hacerlo de manera directa.

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¿Por qué a Estados Unidos le disgusta que República Dominicana, Panamá y El Salvador hayan roto relaciones diplomáticas con Taiwan y hayan oficializado sus vínculos con la República Popular China, reconociendo lo que el gran colapso del norte acogió en 1978, que hay una sola China y que la isla de Formosa, es parte de ella?

Robert Copley, encargado de Negocios de la Embajada de los Estados Unidos, expuso dos razones, saliendo del palacio presidencial domininicano, días después de que República Dominicana anunciara su decisión: 1-Las inversiones futuras de China en RD pudieran violar los derechos laborales de las personas; 2-Esas relaciones pudieran resultar lesivas para el medio ambiente.

Luego un vocero anónimo del Departamento de Estado de los Estados Unidos añadió que esas relaciones no contribuyen a la estabilidad regional y debilitan el principal bastión exterior de Taiwan, que era República Dominicana.

Es verdad que los derechos humanos, las libertades civiles y los derechos laborales, no son virtudes de la que se pueda ufanar el régimen comunista chino, pero eso no ha sido obstáculo para que entre China y Estados Unidos, se haya establecido la relación bilateral que algunos consideran como la más importante del mundo, pero tampoco ha representado ningún problema para que China sea el principal acreedor de los Estados Unidos, de manera que ese país no debería exigir que otros prioricen en temas en los que ellos no han reparado a la hora de hacer lo que les resulte conveniente.

En la guerra fría el adversario era la Unión Soviética y la ruptura de China con el modelo ruso, la convirtió en un aliado de los Estados Unidos, en una relación sin exceso de confianza porque China y Estados Unidos, no son ni amigos ni enemigos, son socios en varios aspectos y guardan sus diferencias en otros.

Lo lamentable es que en la prioridades de la política exterior de los Estados Unidos, la región del Caribe y Centroamérica sea tan de menos, que la estabilidad regional por la que se expresa preocupación no tiene que ver nada con la suerte de los habitantes de nuestros países, sino a los intereses por los que Estados Unidos vela en el mar meridional de China, en el que está ubicado el estrecho de Taiwan.

Hay un conjunto de islotes bañados por ese mar que China reclama como propios, pero que un conjunto de países rechaza esa pretensión, entre ellos Taiwan, Vietnam, Malasia, Filipinas y Brunei, todos con apoyo norteamericano. Si se complace a China es un área que quedaría bajo soberanía China, de lo contrario son aguas internacionales, que es como las quiere Estados Unidos. Ojalá que permanezca así, pero ese no es un elemento que tenga que contrapesar ninguna República caribeña a la hora de tomar decisiones de política exterior.

Muy distinto es el panorama posterior a la Primera Guerra Mundial en la que Estados Unidos invadió a Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Haití, en mor de prevención para que ninguno de estos países pudiera ser usado por potencias enemigas de los Estados Unidos para dirigir algún ataque. Hoy no hay esa posibilidad porque el adversario es el terrorismo que ya ha probado que para estremecer como ocurrió el 11 de septiembre 2001, puede hacerlo de manera directa.

Ni China está exportando su modelo comunista, ni la región anda en busca de eso.

China exporta inversiones de las que nos podemos beneficiar haciendo respetar nuestras leyes.

 

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