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Dolor e interrogantes

Tras la trágica experiencia que costó la vida a dos jóvenes pilotos que realizaban acrobacias aéreas, han quedado en el ánimo público algunas preguntas que ameritan respuestas concretas y fehacientes de las autoridades .

Por ejemplo, ¿estaba en realidad el avión Pillán accidentado en perfectas condiciones mecánicas para realizar maniobras de este tipo? ¿Le habían realizado los chequeos de lugar? ¿Tenían los pilotos la preparación y dominio , no improvisado sino académico para realizar piruetas con estándares efectivos de seguridad?

Otra interrogante que debe ser satisfecha: ¿Estos pilotos fueron autorizados conscientemente por sus superiores para participar en estas maniobras o simplemente se les permitía por inercia o falta de previsión? ¿No se habían advertido los riesgos a que veían expuestos?

Todos los manuales y la literatura de aeronavecación establecen que los pilotos sólo deben involucrarse en acrobacias si se someten, con la debida rigurosidad, a los entrenamientos en escuelas especializadas, que no son las tradicionales que enseñanzan pilotaje.

Además del dolor que ha producido en familiares, amigos y a nivel nacional, esta tragedia debe servir de reflexión antes de pensar en el montaje de futuros show aéreos en la República Dominicana.

La pérdida es irreparable, ya que dos jóvenes oficiales, de 25 y 27 años, vieron troncharse su futuro en la milicia por este fatal accidente, que ha estremecido la conciencia nacional.

La desgracia pudo haber sido peor si la avioneta en que se precipitaron al mar hubiera caído en la avenida George Washington, donde cientos de personas se habían comenzado a aglomerar para contemplar la exhibición.

En un país que tiene tantas necesidades esenciales  descubiertas o descuidadas y donde los recursos económicos son escasos, ¿qué necesidad tenemos de gastar dinero en estos show aéreos?

Además del peligro para los espectadores, es mucho el dinero que se gasta en combustible caro durante dos días de desplazamientos de los aviones en giros acrobáticos.

Es cierto que a la población se le debe facilitar medios de entretenimiento, pero la seguridad y la vida deben ser siempre la primera prioridad, sin dejarnos seducir por el circo ni desatender los asuntos verdaderamente fundamentales.

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